CAPÍTULO IL: SUCIEDAD



   De los olmos las hojas ya goteaban, fuente que lloraba una nueva hojarasca de oro al terreno. Perdían la ropa hasta que llegara la primavera de nuevo y brotaran nuevos retoños. Mas no debían hallar vestimenta, como nosotros, en el vertedero. Las llevaban en su interior, y de las ramas quedarían engalanados con un nuevo atavío en un ciclo perenne y majestuoso. Pero en otoño el espectáculo no está en mirar a los árboles, sino en mirar al suelo. La Alameda de Umbra Terrae era una alfombra abstracta donde se dibujaban sabe Dios qué bocetos simbólicos, qué galanuras incomprensibles.
   Había terminado mi jornada y volvía con mi mujer por los arrabales del este, contemplando boquiabierto los olmos y por la Cañada de la Sangre el inicio de nuestra fresneda, viendo cómo el Kilmourne, el río pobre, se llevaba mi alma más al sur. Era 4 de octubre y apenas asimilaba que ya llevara un año en la calle, en el que tantas cosas había vivido, Mendigo de la Cuna Dorada, que con ellos había resucitado y de su arcilla se había recreado. Regresaba por los arrabales del este, con Lucy, porque era sábado, día par, y mi compañero cuidaba de nuestros hijos. Veníamos de la Basílica, donde habíamos tenido un buen día. Lucy nos había convencido de que ya estaba repuesta y había retomado su puesto en Amanda tres días antes y a última hora de la tarde volvía con ella.
   Septiembre pasó con la única novedad de mi querida Anne-Marie coronada en su solio, presidenta del acero, reina de los tiburones, ambición alcanzada, creo que primera mujer en la Ciudad en dirigir una empresa, mas estimable aliada siempre, leal con John y conmigo, amiga de todos aunque con Luke le costara un poco más. Y Samuel, después de hablar con toda su familia, decidió quedarse en Hazington y seguir en la Thuban Star como Norman Wrathfall o Harold Blessing en su día. ¿Qué tendría la compañía que, o salíamos de allí mendigos, o nadie la dejaba? Pero para mí fue un placer saber que seguiría contando con la amistad de Samuel.
   Mi hija Kirsten sólo compartía con su hermano la sangre Rivers, pero se parecía a él en que conmigo no lloraba. Era una gran dormilona pero al despertar se le veía en su mirada despejada que iba a ser una niña muy inteligente, siempre juguetona pero pocas veces traviesa, gran amante de los paseos, buena a la hora de comer y con todo el mundo simpática. Quería mucho a su abuela y a Olivia le faltaban brazos para acunar a Paul y Kirsten, pero renacía al tenerlos en sus brazos y siempre se ofrecía a jugar con ellos. También la quería mucho Nigel, que siempre recordó que la vio nacer, y estaba allí cada día, pendiente de los dos hermanos, aprendiendo la paternidad para cuando le hiciera falta dentro de muy pocos meses.
   Pero había un miembro de mi familia que tenía una mancha en la mirada, una nube que no aligeraba su carga, que pasaba los días con una mota en el alma. No tenía dudas de su amor por Lucy ni de cuánto quería a nuestros hijos, pero conmigo era cariñoso y al mismo tiempo remoto, no estaba allí, su cuerpo era pasión, mas su corazón era cada día más un fuego congelado por el miedo. Fuera lo que fuera, yo no podía permitir que esta situación se prolongase.
   Cuidaba de nuestros hijos en tanto volviésemos los dos. Lo besé con cariño y sostuve un rato a mis hijos, pero con cuidado –Paul dormía- de no despertarlo. Miguel y John se hallaban charlando a la puerta de su tienda. Pasados unos minutos, fui hacia ellos.
−“John –le dije-, no te vayas a poner celoso, pero quiero hablar con el compañero Miguel.”
   Supongo que mi cara transparente le indicaba que no iba a ser una conversación cualquiera.
−“Vamos a la aliseda.” –sugerí.
   Los alisos se inclinaban, atentos a que se desvelasen posibles secretos. Los árboles sagrados también eran curiosos.
−“Miguel –le dije-, hoy es 4 de octubre. Cumplo un año en la calle.”
−“Enhorabuena, Nike. Pero no creo que quieras hablarme de eso.” –respondió con temor.
−“Un mes después comenzó mi familia. Los Tres nos amamos, y los cinco nos queremos. Y no puedo seguir así. Desde hace meses algo me separa de Luke, y no puedo hacer nada por él, porque no sé qué es. Si le pregunto, me responde únicamente que me ama y que la tormenta ya pasará. No sé si llevar un año en la calle me concede la autoridad suficiente para preguntarte esto. Pero, por el amor de Dios, Miguel, dime qué le ocurre.”
−“Me vas a odiar, Nike. Ahora, meses después, sé que fue una solemne equivocación. Sabes que Luke te ama. ¿No te basta?”
−“Miguel, te lo suplico. No seré duro contigo. Te lo prometo. Pero esta situación debe terminar ya.”
−“Está bien, Nike. Me pilló por sorpresa vuestra familia e imaginé lo incorrecto. Lo que pasó fue…” -y me lo fue contando. Lo supe al fin. Cielo santo. Había arrojado un vertedero al alma de Luke y no me extrañaba que con esa suciedad no se sintiera limpio ante mí. Tenía que hablar con Luke. Ahora ser mezquino o respetuoso con él dependía de mí. Comprendí al fin por qué en su día le había regalado a Miguel el planeta Saturno. Sin duda se había convertido en Saturno “devorando” a mis hijos.
   Le dije que necesitaba pensar y no fui duro con él. Entre los árboles y el rugido del río me llevé a solas un cuarto de hora meditando. Tiempo demasiado breve para imaginar un cuento. Pero al fin volví. En ese momento, Luke cuidaba de Kirsten y Lucy de Paul.
−“Luke, sé que esta noche duermes con Lucy, pero tenemos aún varias horas y quiero hablar contigo. Si no te importa, reúnete conmigo en la cueva de la mendiga Sally. Unos minutos para jugar con nuestros hijos, y enseguida estoy a tu lado.”
−“Voy enseguida, Nike.” –no se atrevió a llamarme “amor mío”, ni siquiera “Compañero”. Su miedo en aquellos instantes era un ectoplasma que se materializaba. Pero caminó hacia la cueva, ignorante de cuál había de ser su destino. Mi mujer me miraba.
−“Lucy, corazón mío. Ahora al fin lo sé –y la besé en la boca con verdadera pasión-. Tengo que hacerlo.”
−“En ti confío, Nike. Sé que volveréis en paz.”
   Hallé a mi compañero encendiendo un pitillo justo después de apagar otro. No era propio en él. Era evidente que se hallaba nervioso, aguardándonos, a mí y a su sentencia. No estaba en la cueva. Lo encontré sentado en el mismo tronco de aliso, en el mismo calvero y yo le acercaba la misma chaqueta. Por eso me atreví a devolverle las palabras que él entonces me dirigió.
−“Estás helado, Mendigo: ésta es la hora que temías y la mayor oscuridad te envuelve. Por eso dudas de si he venido a traerte la paz o la espada y crees que quizá no importe demasiado porque ya no tienes nada que perder. Pero si permitieras que sangre caliente circulase desde tu corazón paralizado hasta los ojos y mirases mejor, verías que lo único que te traigo es esta deteriorada chaqueta que ya te ha cubierto”
   Le puse la misma chaqueta que, un año después, aún nos servía.
−“Entra en la cueva, Luke. Tenemos que hablar. Pero colócate al fondo. Contamos relatos para ahuyentar el frío, pero el que quiera ser contador de historias, debe ponerse a la entrada.”
   Habíamos estado allí dos veces. Y ahora, la tercera vez, seguía siendo estrecha pero un santuario de paz. Él me miraba expectante mientras me sentaba. Y yo tenía que ser ambiguo. No podía conocer mi verdadera opinión entonces. Ya sentado, empecé.
−“Hace un año, menos quince días, aquí mismo oí de ti el cuento de la Belleza. Mas conoces que ese motivo de Verôme va emparejado con la Suciedad. Y las dos te corresponden. Bueno, yo lo he probado, pero sabes bien que no invento con verdadera inspiración, y no me sale nada coherente. Pero lo voy a intentar. Y en justa correspondencia, he de contarte el cuento de la Suciedad. Y fíjate bien si no sé hilar los hechos que voy a empezar con una pregunta: Luke, ¿cuánto vale un corazón?  No es necesario que me respondas. Ahora empezaré correctamente.”
   Luke me miraba petrificado. Al oír mis palabras se había convertido en una estatua de espanto. Y esperaba…
−“Érase una vez –comencé- un mendigo que nació en una cuna de madera. No es de extrañar que de ella fuera adquiriendo sus nutrientes y que pronto se convirtiera en un árbol de raíces sólidas, que estremeció a sus padres, desde muy pequeño, y a su hermano después, soltando ramas conmovedoras de mundos creados en su fantasía. El contador de historias sabe de buena tinta que algunos se atrevió a escribirlos e incluso ha leído alguno, como el del perro Jim –Luke se sobresaltó. No sabía que yo lo conociera- que recorría el mundo en pos de su alma. Porque este hombre necesitaba una fe y plasmaba en sus escritos su necesidad.”
   »Pero la tragedia pronto lo rondó, y tuvo la mala suerte de perder a sus padres y en una época oscura de su vida creyendo que encontraba fe, encontró idolatría y así acabó entre los calvos y quizá aprendiera con ellos la fealdad. De esa suciedad se limpió en su motivo de Verôme y, ya en la calle, conoció a una mujer que sería para él más que fe y el amor entre ambos crece como quiere el contador de historias y eso, Mendigo, no está en cuestión.
−“Luke, ahora pasaré a contarte la parte más sucia de la historia. Pero dejaremos a Lucy al margen, si te parece. Ella está limpia. Esta noche se trata de ver qué suciedad nos está separando, pero lo que tengamos tú y yo no se extiende a ella. Lucy nació en la calle, y no la dejará en tanto sigan aquí su madre y la señora Oakes. Y no estoy muy seguro de que quiera abandonarla después.”
−“Gracias por eso, Nike.” –me dijo con miedo aún, pero realmente agradecido. Y yo… tenía que ser deliberadamente ambiguo. Era necesario. Debía seguir.
   »El cuento debe continuar con una palabra muy sucia: prostitución. Un día de julio llegó un hombre con evidentes señales de haber sido mordido por una serpiente. A los tres días el Mendigo-Árbol y él se conocieron. E inmediatamente supo dos cosas importantes: era millonario y se había enamorado de él. El cielo de lo posible tal vez se recompusiera entonces para, si este hombre era ambicioso, hacerle concebir un plan diabólico. Necesitaba confirmarlo y a los dos días ya no tenía ninguna duda. Lucy se enamoraría de él también, pero tardó dos meses en saberlo. Y fueron pasando los días, días de una amistad ¿tal vez fingida? Pero el hombre que nació en una cuna dorada y él se hicieron amigos de verdad. Mas un día se fue. El Mendigo-Árbol callaba. Sabía que ese hombre, en su corazón inocente, los quería a todos y regresaría. Un día como hoy se volvieron a ver. Estremecido, no comieron, pues sabía muy bien que el otro mendigo, trémulo, se alimentaba de su sangre y en sus pocas palabras podía haber una incitación a la calle. Y a la Basílica lo acompañó y hablaba poco porque sabía que su laconismo lo estimulaba más a sentir amor y quedarse. Y consiguió su objetivo: el hombre de la cuna dorada ya no se iba a ir y en su misma patria plantó su suelo. Pero era importante no hablar de dinero y no lo hicieron. Un 19 de octubre, la desesperación golpeó a la víctima con furia, pero él ya tenía pensado un cuento muy hermoso, el cuento de la Belleza. ¿Otro señuelo? Para atraerlo más concibió entonces que se unieran los tres, que este pobre estúpido compartiera a su hijo, y en el colmo de la fealdad, que tuviera otro con su mujer.
   A esas alturas Luke lloraba, verdaderamente sacudido y a punto de reventar.
−“He aquí más o menos, y con mi poca inspiración, el cuento de la Suciedad. Era necesario. Luke, tienes buena retentiva. ¿Recuerdas las palabras de Nigel sobre la diferencia entre el macroposopos y el microposopos?”
−“La diferencia entre lo que puede ser y lo que es.” –respondió aterrado.
−“Todos los cuentos son un macroposopos. Pero no así entre nosotros. Partimos de nuestras verdades y las recreamos. Por eso el gato Nile de Bruce soy yo. Y en los años en que una mujer no debía seguir estudiando, Olivia pasaba su adolescencia aprendiendo otras cosas, como el ajedrez, y leía. Reencontrar a Alicia en A través del espejo le hizo madurar la idea de la niña Alison que se ganaba la vida no siendo ni reina ni peón. Y hasta ahora te he estado contando el cuento sucio de lo que puede ser. Pero podemos pasar al microposopos. Luke, ¿quieres saber la verdad? ¿Qué es exactamente lo que piensa Nike? Hazme un favor: quítate la camisa, Luke.”
   Y al hacerlo displicente, le respondí.
−“Ahí tienes la verdad. Así te referiste a ti mismo hace un año: “perfilando rozaduras, hastío, rastro de hogueras, polución, jirones de niebla, noches de insomnio, hierbajos, fango y salpicaduras, dolor de huesos, marcas de las estrías del suelo, rastrojo que va quedando de las estelas que dejan las lágrimas, náusea, cansancio infinito… todos los estigmas de la calle.” –Luke estaba de vacaciones. Desde que comenzamos a trabajar en el bar, él las cogía en octubre y yo en febrero. En realidad, estoy de vacaciones, Maudie, Protch, por eso vengo estos días por la mañana. No tengo un solo dain, pero nunca he dejado de trabajar-. Tú me has dicho que todo se puede ver siempre de otra forma. Y te he contado una historia irreal, pero necesaria. Y si es verdad que para tu cuento de hace un año te sirvieron los nombres que yo os puse, te recuerdo que yo te llamé Mendigo-Árbol, pero Mendigo Sucio te lo pusiste tú. Y al final, amor mío, sí, te lo repito, amor mío, la suciedad te ha salvado. Tenía que contarte todo esto porque hoy Miguel me ha dicho la verdad y sé al fin qué has estado temiendo durante meses. Un amor del que no dudo que podía acabar convertido en una historia de terror. Pero al dejarlo, he sumado al fin dos más dos y he hallado la resolución de esa idea fugaz que ha tanto me martiriza. Sabía que era importante, y no sabía hasta qué punto lo era para ti. Dinero… Suciedad, había que unirlas. Luke –le dije al ver que seguía asustado-, mírame: no te he contado aún que ya no tengo propiedades, pero me sigue quedando una fortuna. Nunca hemos hablado de dinero, pero lo vamos a hacer. Tengo pensado ya cómo deshacerme de él y quiero que me ayudes. Pero hoy no es día para tratar de eso. Sé la respuesta, pero déjame hacerte esta pregunta. Dentro de muy poco tiempo ya no tendré nada. No cuestiono tu amor por Lucy ni cuánto quieres a nuestros hijos. Y ni un solo momento, ni hoy hablando con Miguel, he dudado de ti. Pero respóndeme. Cuando ya no tenga nada, en ese momento, ¿qué vas a hacer?”
−“Seguir amándote, Nike, más que nunca. Por fin podré hacer el amor con un mendigo. Ojalá me tocara hoy contigo. Me has salvado, Compañero. Me siento limpio.”
−“Tenía que hacerlo, Luke. Por fin se aleja esa nube negra de tristeza que tienes en la mirada. Pero no te imaginas qué miedo he pasado. Terror a que el Vaticinio se pudiera cumplir por mí. Y no voy a consentir que el dinero nos arruine la vida a los dos. Te amo, Luke. Tu cuento de la Belleza es el corazón de un hombre enamorado, no pueden ser las palabras de una puta. Yo pude serlo con William Rage, pero tú me salvaste. Del mismo modo, tú podrías haber caído con él y yo te habría respondido con un fuerte beso: es la indignidad de nuestra vida. Pero nunca lo harías conmigo.”
−“Yo no podía decirte nada, Nike, no tenía derecho a decirte que estaba deseando que te deshicieras de todo.”
−“Lo sé, pero esa no es mi vida, amor mío. La calle y mi familia sí lo son. Deja que el resto del mundo piense lo que quiera, pero ahora sabes qué piensa Nike.”
−“Eso es lo importante, amor mío.” –se atrevió al fin a llamarme.
−“Y Nigel también dijo que Tiferet es un dios sacrificado. No eres Abraham. Te sacrificas tú y no a tu hijo. Y las palabras que te dije sobre Lucy valen también para ti. En su día te enamoraste de una mendiga y supiste que habías caído en nuestra bendita trampa. ¿Para qué querrías el dinero, con tu mujer y tu hijo aquí? Es mejor vivir sin religión pero con una fe. Y supiste que en este suelo la hallaste. Y a los pocos meses te volviste a enamorar. Otro hombre quizá, pero tú, ¿para qué ibas a querer el dinero?”
−“Para nada. Nunca debí haber tenido miedo de ti, si en mi hora más oscura, me has salvado con lo verdaderamente importante: la amistad y el amor.”
−“La señora Oakes me contó hace un año que verdaderamente aprendería contigo porque he mirado por el cristal sucio y si se atraviesa el hollín, sale limpia la verdad. Era necesaria la Suciedad para hacerme ver, Luke, que tú eres la Belleza. Pero hace un año sí te atreviste, en esta misma cueva, a hablarme de dinero.  Y te referiste a él así: los mendigos habían sido excluidos de ese cáncer del mundo, y preferían quedarse en la necesidad, porque ellos saben bien que del fulgor de la primera moneda a la obscenidad de la extrema ambición hay mil pasos intermedios, y la degradación va creciendo con la altura. Por eso su nombre maldito no se volverá a pronunciar en este cuento. Luke, tengo la suerte de llevar un año en la calle, muchas veces contigo, con quien no hago más que aprender. También tengo la suerte de que me vieras como el Mendigo que No Conoció la Vergüenza, y aunque tú una vez me dijiste que en la calle todos hemos sufrido tentaciones, a ti también te ha faltado un motivo de Verôme por conocer y déjame decirte que tú eres el Mendigo que No Conoció la Tentación. Ahora sé que tu suciedad es deliberada y que tiene que ver con el rechazo del dinero. De tanto estar contigo en la calle, sé la relación entre las dos cosas, pero ¿no me la querrías contar tú?”
−“También te dije que mi amigo Nike la acabaría viendo, y ahora sé que terminaría por hacerme justicia. Te lo contaré, pero antes que nada, amor mío, bésame, te lo suplico.”
   Después de un año juntos, aquel beso tuvo sabor a reencuentro, a reestreno. Aunque de mi corazón nunca había caído, en aquella forja nos volveríamos a fundir.
−“La noche de mi motivo de Verôme yo no estaba del todo limpio. En mi primer día en la calle con Lucy, además de no conseguir comida, como ya te he contado, saqué, como tú en tu día, muchas deducciones, porque iba mirando a cada mendigo que iba conociendo, cada escena que se presentaba ante mis ojos. Y vi que en verdad nadie nos mira, pero no es siempre así. A veces es la podredumbre de William Rage; otras veces son cristianos u otra gente bienintencionada que te tienta con lo que ellos llaman su modo de redención. Pero yo en ese momento acababa de hallar mi fe definitiva y no quería ser tentado a dejarla y volver a cometer funestos errores. Mas no se acercaban a mí porque, tú lo sabes, un mendigo sucio inspira en el limosnador ideas de alcoholismo, drogas o enfermedad mental. Entonces decidí que manteniendo mi suciedad estaría a salvo de tentaciones y de equivocarme de nuevo. Ahora ya lo sabes, amor mío.”
−“Amen, Luke, Compañero, amor mío. Ahora toda la vida me referiré a ti como el mendigo limpio. Vámonos ya: Lucy nos espera.”
   Al llegar al “campamento”, nuestra mujer nos aguardaba con confianza. Vio que había desaparecido la suciedad de los ojos de Luke y nos besó con fuerza. “Te amo, Luke”, “Te amo, Nike”, nos respondió. La señora Oakes, muy cerca, me guiñaba. Sabía, estoy seguro, qué había pasado y de dónde veníamos. Olivia, que cuidaba entonces de nuestros dos hijos, y Bruce, que masticaba algo pensativo a la puerta de su tienda, sonreían. Miguel se acercó entonces y dijo:
−“Te vuelvo a pedir perdón, Luke. Estoy realmente avergonzado.”
−“Todo ha sido para bien al final, Miguel. No había tenido en cuenta que llevo un año haciendo el amor con la Conmoción.”
−“Y yo con la Belleza –dije, adelantándome a las palabras de Miguel, que también me quería pedir disculpas-. En estos momentos no soy capaz de decirte nada. Por el amor de Dios, déjame primero madurar una respuesta.”
   El domingo fui a la calle con mi compañero y era una inmensa felicidad ver de nuevo a un Luke risueño. Si no era la ferocidad de un Vaticinio, nada nos volvería a separar. Y esa noche de amor fue un canto a la vida, a la belleza, a la amistad, al tiempo que la pasión solidificaba y se volvía lava, que se vertía por las laderas de nuestra mutua confianza y la pasión se convertía en justicia.
   El lunes por la mañana en el bar, cuando Samuel bajó, Luke y él se volvieron a mirar, entendiéndose, y el primero supo que yo ya lo sabía y que lo había comprendido y respetado.
−“Samuel –le dijo Luke-, ahora sí tienes mi permiso para contarle a Nike mi primera conversación contigo.”
−“Nike –me preguntó-, ¿te parece bien que te invite a comer, hoy en The Golden Eagle?
−“Cualquier bar menos The Silversmith. Sólo volvería allí con Luke para comer.”
−“Eso fue precisamente –me sonrió- lo primero que me dijo Luke hace un año. Voy a llamar para reservar.”
  Al poco tiempo vino otra vez al bar y me recogió. No quería que durase mucho la comida, porque ese día, 6 de octubre, volvía a tocarme ir a la calle. Recordaba que Luke y Samuel habían comido juntos el 8 de octubre del año pasado.
   Por Castle Road, Samuel me comentaría.
−“Este camino lo anduvimos contándole yo a Luke cómo me habían sobrecogido tus dos alegatos ante los tiburones y fue un tiempo en que ambos nos rogamos dejar a un lado el usted y llamarnos sólo Samuel o sólo Luke.”
   Llegados al fin a The Golden Eagle, Samuel confirmó que tenía una reserva, y enseguida vinieron a acomodarnos en la mesa más próxima a la gran águila disecada, que parecía en ese momento un tanto adormilada, pero que juraría que se fue despertando según avanzaba nuestra conversación, o más bien monólogo de Samuel. Él ya sabía qué había pasado entre Luke y yo en la cueva de la mendiga Sally dos noches atrás. Pedimos Sunday Roast y empezó a hablarme.
−“Me alegra que hayas sido justo con Luke. Sabes que lo quiero mucho y empecé a quererlo justo ese día. Fue realmente sincero y supo pronto encontrar qué era lo verdaderamente importante.”
−“Samuel –comenzó Luke-, creo que estamos los dos aquí por lo mismo. Realmente queremos a Nike y ambos tenemos la misma duda. Saber en qué manos está en el otro lado, el de los tiburones o el de los mendigos. Por eso creo que debes conocerme y digamos que voy a desnudar mi corazón para que no tengas dudas y creo que es necesario empezar por lo importante. Veo en tus ojos que lo sabes, pero no temas, no te lo voy a preguntar. Sé que mi compañero John Richmonds me lo puede confirmar. Entretanto intuyo que Nike me ama.”
−“¿Y suponiendo que sea así y que yo lo sepa?”
−“Te puedes estar preguntando por qué no le digo nada para tranquilizarlo. Y voy a ser muy sincero, Samuel, y muy directo: porque yo tengo también la misma debilidad, porque lo amo.”
−“Eso sí que no me lo esperaba, Luke, pero te creo. Me acabas de dejar de una pieza.”
−“Supongo que sabes que soy un hombre casado y que tengo un hijo. Mi mujer, Lucy, es la luz de mi vida y sé que también me ama con fuerza y que nunca nos vamos a separar. ¿Qué va a pasar entonces? Es que hay mucho más. Lucy sabe de mi amor por Nike y no se opone. Pero al mismo tiempo yo sé… que ella también lo ama, se enamoró de Nike en agosto; yo en su primer día en la calle, que tuvo momentos al final que hicieron que lo quisiera cada vez más, hasta que no pude evitar caer y me enamoré. Todo esto parece una locura pero hay una parte más que Nike aún no sabe: él también ama a Lucy. Cuando lo descubra se sentirá desesperado porque nos reverencia, somos para él sagrados. Para ese momento he pensado un cuento para tranquilizarlo. Pero de todo este sinsentido, ¿qué va a pasar? Mira, el destino puede haber querido que tres corazones sin rumbo sean eternamente desgraciados. Pero si somos valientes, podemos ser muy felices. Lucy y yo hemos pensado en la posibilidad de unirnos todos, ser algo así como un matrimonio de tres. No hablo todavía con Nike porque mi mujer y yo estamos esperando que descubra lo que le queda por descubrir. En ese momento le haré una proposición en tres partes. Queda por ver qué es lo que él decide.”
−“Justo ahora tengo los pelos de punta. Pero, esa proposición en tres partes… ¿es porque seríais un matrimonio de tres?”
−“No, quedan dos partes más. Ahora puedo ver en tus ojos que me aprecias. Espero que dentro de poco no me consideres con una palabra muy fea. Mira, te he dicho que tengo mujer e hijo. Suponiendo que Nike aceptara esta locura, mi mujer sería también su mujer, pero ¿y Paul? Quiere a Nike como padre, él lo quiere como a un hijo. Puede parecerte demente, pero Paul debería ser de los tres. Y queda una tercera parte, pero tú quieres saber en qué manos está Nike conmigo, ¿no? Quiero un hijo suyo y amo tanto a Lucy que también quiero un hijo con ella. Esto sólo sería posible si Nike engendrara con Lucy una segunda criatura y en definitiva seríamos tres padres y dos retoños. Pero ¿qué te parece todo esto?”
−“Pienso que es un verdadero placer conocerte, Luke Prancitt. Que creo que Nike es valiente y aceptará.”
−“Pero vamos con la palabra fea. Ten en cuenta que Nike tiene mucho dinero…”
−“No, no lo veo…”
−“Lo diré sin piedad para mí, Samuel. Podría parecerte una puta.”
−“Luke, ahora sí lo veo. Pero creo en ti. Si fueras una puta, no tendría ningún sentido que me revelaras de antemano tus, digamos, maquiavélicos planes. Sabes que conozco y quiero a Nike. ¿Qué me impediría contárselo? Insisto en que ahora, más que nunca, confío en ti.”
−“Gracias, de corazón. Te agradezco tu confianza y que me hayas invitado a comer, y era necesario contarte todo esto. Pero para que un día no pienses mal de mí, he de rogarte, Samuel, sólo así estaré siempre limpio en tus ojos, que no me invites más.”
−“Luke, de verdad, te creo.”
−“Ahora sí, pero ponte en mi lugar. Soy bueno en el lenguaje y podría estar embaucándote. Podrías invitarme más veces y así no tendría que pasar hambre. Sigue imaginando. En tu buen corazón, Lucy y Nike también compartirían mesa, sin hacer el esfuerzo de ganarse la comida. Esto ya nos separaría de nuestros compañeros. Da un paso más. Vamos mal vestidos y pasamos frío. No es un gran gasto para ti cubrirnos. Mira, estos dos meses alejado de nosotros, y no era mendigo, Nike no soportaba pensar en que estaríamos pasando frío. Eso mismo nos pasaría a Lucy y a mí. Ya estaríamos un paso más lejos de nuestros compañeros. Pero si tú y yo lográramos una verdadera amistad, después vendrían, ocuparte de la educación de mi hijo o, si Nike acepta, mis hijos. De eso deben cuidar tan sólo sus padres. Y ¿después? ¿Acaso una vivienda, un coche? Cada vez más lejos de mis compañeros. Samuel, no sé si Nike te ha contado qué he sido antes de estar en la calle –y contó entonces su estancia entre los calvos-. Entre otros seres humanos, odiaba a los mendigos. Luego me he pasado al otro bando y ahí he encontrado mi redención. Sé que con ellos moriré. ¿Para qué quiero dinero? En estos momentos Nike me tiene miedo, lo sé. Pero por culpa del sucio dinero un día pueden volverse las tornas y ser yo quien tenga miedo de él.”
   Era otoño y las llamas de la hoguera danzaban con brillo firme, pero el calor me lo daban las palabras de Samuel contándome lo que le dijo Luke en su día. Podía reconocerlo en ellas. Casi era capaz de verlo, de oírlo, de sentirlo. Entonces Samuel finalmente se volvió hacia mí.
−“Un hombre que sabe encontrar la esencia de lo verdaderamente importante. Al final pasé a contarle alguna menudencia sobre mi vida pero ya sabía en qué clase de manos estabas con Luke. Y desde entonces lo aprecio tanto que incluso me he llegado a plantear lo contrario: en qué clase de manos estaría Luke contigo. Pero sabes que estos meses en el bar he hablado con él a menudo, y así sé que un día os llamasteis gemelos. Y lo sois. Chapeau, Nike. Gentes como él y como tú, te dije una vez, son las que quiero que me acompañen en la vida.”
−“Gracias, Samuel, ¿sabes? Tardé en aceptar mi familia, pero ahora no voy a permitir que ninguno de sus miembros tenga una sombra en su mirada si está en mis manos evitarlo. Hoy es Luke; mañana podrían ser Lucy o mis hijos.”
  Ya Samuel había ido dos o tres veces a conocer a Kirsten.
−“Enhorabuena, Nike, por la familia que tienes. Y a todos ellos he de decirles que enhorabuena por tenerte.”
  Era verdad que estaba delicioso el Sunday Roast, pero el tiempo pasaba, y no por aceptar la invitación de Samuel, iba a descuidar el hambre de mi familia.
   A pesar de todo, no se me dio mal la tarde. Ya de vuelta en el Arrabal, me encontré a Miguel mirándome con preocupación. Tenía que ir hacia él.
−“No podemos seguir así. No debe iniciarse ninguna guerra entre nosotros. Sólo serán dos o tres días de marejada. He hallado una respuesta. Y la he encontrado en tus propias palabras. Me dijiste un día en la calle que si volvías a ofenderme, te cortarías las manos. Entonces espero que captes el meollo simbólico que lleva este mensaje si te digo: córtate las manos, Miguel, córtate las manos.”

4 comentarios:

  1. Menos mal se desenredaron, es que hablando se entiende la gente.

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  2. 4 de Octubre…Nike cumple su primer año en la calle y decide hablar con Miguel porque le sigue apenando su distancia con Luke y su actitud desde que se enteró del asunto del Tres y el Cinco. Luke hace meses, desde que llegó John, que está ausente, distinto… Nike le pregunta a Miguel por lo sucedido, quiere saber qué le ocurre a Luke. Miguel se lo cuenta. Nike queda con Luke en la cueva de Sally para hablar de ello. Allí, Nike le recuerda que la Belleza está emparentada con la Suciedad, ambas corresponden a Luke. Y Nike se dispone a contarle un cuento sobre la Suciedad…especialmente, de la que les separa a los dos. Prostitución y dinero serán las claves de la basura que Miguel arrojó sobre Luke. Pero Nike con su cuento hace que el Mendigo Sucio se sienta limpio y desee más que nunca ayudar a Nike (éste se lo pide) a deshacerse de su dinero. Lo seguirá amando igual entonces y más aún: Nike ya será un verdadero mendigo, sin nada que ofrecer más que su amor y su amistad. Al volver al campamento, Lucy nota lo que ha ocurrido y se siente feliz. Los demás también. Miguel vuelve a pedir perdón a Luke.

    −“Todo ha sido para bien al final, Miguel. No había tenido en cuenta que llevo un año haciendo el amor con la Conmoción.”
    −“Y yo con la Belleza –dije, adelantándome a las palabras de Miguel, que también me quería pedir disculpas-.

    Al lunes siguiente, en el bar, Luke le da permiso a Samuel para que cuente de qué hablaron en aquea conversación que ha sido una incógnita para el lector durante muchos capítulos. Samuel está al tanto de lo que ocurrió dos noches atrás en la cueva de Sally. Luke le dice a Samuel en aquella conversación que ambos se aman (él y Nike, aunque éste no sabe que Luke lo ama ni que él mismo ama a Lucy). Así que Luke le cuenta a Samuel que cuando llegue el momento le propondrá el Tres a Nike. Que para que todo sea perfecto, Nike deberá engendrar con Lucy también. Luke tiene miedo de que el sucio dinero acabe con esa armonía. Y sabe que Nike tiene aún mucho dinero.
    Samuel les dice a ambos que gente como ellos son los que desea como compañeros de vida. Que entiende que se llamen gemelos.
    Al final del capítulo, Nike se encuentra con Miguel y le dice:
    −“No podemos seguir así. No debe iniciarse ninguna guerra entre nosotros. Sólo serán dos o tres días de marejada. He hallado una respuesta. Y la he encontrado en tus propias palabras. Me dijiste un día en la calle que si volvías a ofenderme, te cortarías las manos. Entonces espero que captes el meollo simbólico que lleva este mensaje si te digo: córtate las manos, Miguel, córtate las manos.”
    El lector vuelve a las incógnitas…
    Inor

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  3. Érase una vez... un mendigo sucio que ocultó palabras entre las sombras de sus miedos, sabedor que las palabras tienen su tiempo y que una vez pasado uno se arrepiente de no haberlas pronunciado, porque retuercen su sentido y algunas ya nunca podrán ser escuchadas. Luke temeroso en su creencia de que bastaría un leve pestañeo para que al otro lado alguien desaparezca, o tan siquiera alcanzar a pronunciar una palabra y notar que se ha echado el cerrojo y quien amas se pierde de vista.

    Érase una vez ... un mendigo Rey que antes había sido Rey mendigo y conoció a un Mendigo Árbol, que ocupó su corazón siendo una hoja atrapada en el viento, y creció, enviando innumerables ramas y sacando raíces fantásticas, pero el árbol enfermó, una savia negra esquilmaba su fuerza, crecía el desconcierto del Rey viendo ajarse la belleza de ese Árbol: ¡No me escondas tú el secreto de tu corazón! ¡Anda, dime tú, en tu silencio vacilante, en tu hiriente pesadumbre, desde el dulzor de tu vergüenza..... el secreto de tu corazón!.

    "Ahora hay que ver cuál es la suciedad que nos está separando". Pero el cuento debe continuar y hay que hablar de la palabra que a Luke tanto le asustaba: prostitución. Una amistad fingida, un hombre millonario que se había enamorado de él, solo quedaba atraerlo hacia la calle y eso no era difícil sabiendo que ese amor era alimento necesario, pudo utilizar el silencio y la distancia para que ese río, caudaloso, añorara desbordarse por sus orillas, y una vez conseguido desplegar la luminosidad de su belleza con las hermosas palabras de un cuento que fueron caricia en la desesperación, otro señuelo en ese ardid seria compartir a su propio hijo y engendrar otro con su mujer, la fealdad de su vileza. Eso es lo que puede ser.......

    La belleza y la suciedad conviven en un doble espejo, Nike empezó distorsionando la realidad, enfrentando a Luke a la imagen del espejo que reflejaba su suciedad. La honestidad es madre de la duda y es de esa misma virtud donde nace su flaqueza. Sentirnos señalados, juzgados, hace que nos miremos con el mismo turbio prisma que lo harían los demás, con esa mota que enturbia el equilibrio en el que reside la belleza.

    ........ y lo que es. No te diré que no llores Luke, pues no todas las lágrimas son amargas, y dime, cuál sería la vileza de un hombre que se presentó a sí mismo "perfilando rozaduras...... rastrojo que va quedando de las estelas que dejan las lágrimas, náusea, cansancio infinito… todos los estigmas de la calle". Pues me diste fuerza para rendir mi fuerza, enamorado, a tu belleza, porque eres tan verdad que eres incapaz de mentir, y lo que antes te conté es la irrealidad que hace que te autoproclames Mendigo Sucio.

    Cuando el amor se tambalea hay que apuntalarlo con la amistad, "Pero respóndeme. Cuando ya no tenga nada, en ese momento, ¿qué vas a hacer?" "Seguir amándote". Luke volvió a iluminarse, a sentirse limpio, confesó que el dinero era la fuente de sus dudas, que no se vio capaz de pedirle que dejara todo y abrazara la vida de mendigo, porque él quería amar a un mendigo. Nike desgranó sus convicciones y razones, la integridad que ve brillar en Luke, haciéndole entender que no eran palabras de puta, no eran tentaciones de William Rage, lo que escucho de su cuento de la Belleza, sino los latidos de un corazón enamorado.

    "Te lo contaré, pero antes que nada, amor mío, bésame, te lo suplico. Después de un año juntos, aquel beso tuvo sabor a reencuentro, a reestreno" La suciedad de Luke era su coraza para defenderse de las tentaciones que los "Rage" sin moral ofrecían sabedores de la menesterosidad que la gente de la calle sufría. −"Amén, Luke, Compañero, amor mío. Ahora toda la vida me referiré a ti como el mendigo limpio". Luke volvió a brillar con la claridad de la belleza, limpiando de su alma la podredumbre con la que el Mendigo Hechicero un día la emponzoñó.

    Pol (1)

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  4. The Golden Eagle, el capítulo continúa con Samuel y Nike juntos, descubrimos en esta segunda parte la conversación que un día tuvieron Luke y Sam, donde sinceridad y preocupación ya adelantaban los hechos ocurridos con posterioridad. Sinceridad, Luke le cuenta que ama a Nike, antes de que él lo sepa, los planes de pareja a tres y a cinco. Preocupación, "Lo diré sin piedad para mí, Samuel. Podría parecerte una puta". La semilla de la suciedad germinaba y borraba la belleza del alma de Luke. Sin embargo hay un gesto que nos hace entender que esa suciedad no es propia de su alma y no puede crecer en él, "he de rogarte, Samuel, solo así estaré siempre limpio en tus ojos, que no me invites más".

    Aún queda un breve encuentro con Miguel. Nike no quiere más ofensas de su parte y pone freno a estas recordando la frase que Miguel le dijo a Nike el día que fueron juntos a la calle: ...si volvía a ofenderlo, se cortaría las manos......."córtate las manos, Miguel, córtate las manos".

    La vida es la trampa del alma: aunque se tengan buenas intenciones, ir avanzando implica cometer traiciones, con los demás o con uno mismo. Hay quien tiene la fortuna de no caer demasiado en ello y quien directamente se solaza en ese barro, pero el dilema sobre si hacemos o no lo correcto lo tenemos todos. Es difícil esa dicotomía de riqueza y pobreza, el que ama a veces se encuentra en la disyuntiva de ese dilema, me ama por lo que soy o por quien soy, también ocurre en las relaciones sociales, generando el miedo de que cuando se acabe el interés provocado acabara el vínculo creado, pues faltará lo que lo incentivaba.

    Ser amado no es nada, amar, sin embargo, lo es todo, lo que hace valiosa y placentera la existencia es nuestro sentimiento y nuestra sensibilidad. Donde quiera que haya algo que pudiera llamarse "felicidad", esta se compondría de sentimientos. El dinero no es nada, el poder tampoco. La dicha siempre está allí donde un hombre tiene sentimientos fuertes y vive para ellos, sin reprimirlos ni violarlos, sino cuidándolos y disfrutándolos. Todo movimiento de nuestra alma en el que se sienta a sí misma y sienta la vida, es amor. Sin embargo, amar y desear no es exactamente lo mismo. El amor es deseo hecho sabiduría; el amor no quiere poseer, solo quiere amar. El amor es inmaterial y no se alimenta de lo material.

    En todo capítulo corto el autor se crece, la intensidad es la tilde constante en los sentimientos que recorren la narración. Es Luke sin duda el personaje más amado por el autor, así lo constatan el trato y el dibujo que durante toda la novela hace de él. No hay duda de la sinceridad y la verdad del amor de Luke hacia Nike (que ha quedado patente en todo la Novela) pero el autor quiere "castigar" a su amado protagonista en aras de la claridad, y dejar fijado sin duda alguna para el lector que no existe suciedad (dinero/pobreza) que entele esa relación (es necesaria esta limpidez narrativa). Su segundo "julepe" es al lector al que hace pulsionar durante parte del capítulo en una situación extraña para él, unos personajes, también queridos por los leyentes y con un perfil claro, son sometidos a un devenir de acontecimientos que es vivido con empática angustia. El quebrado de estas almas de ficción traspasa, más allá de la grafía, la tensión del momento.(sufrimiento compensado posteriormente con creces). Pero todavía hay una tercera "pesadumbre", es el propio autor el que la sufre, limpiar de la más mínima duda cualquier sospecha de mácula en sus personajes, esto le hace generar un relato que, convencidos, sabemos es difícil abordar por un autor que ama tanto a sus creaciones, a la vez que es sabedor de las sensaciones al límite que provoca también en sus lectores a los que tanto cuida (una doble exigencia literaria autoimpuesta en aras de su compromiso con la novela). Claridad, Belleza y Conmoción son sin duda las claves de este capítulo, en el que hemos, todos, caminado al borde del sentimiento.

    Pol (2)

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