Cálidas agujas llevaba aquel lubricán de fuego de un sábado de primavera
del año 61. El sol se anunciaba ya lejos a levante pero, próximo a su
nacimiento, el cielo sangraba preparándole otro parto de llama. El Arrabal de
la Mano Cortada susurraba en las hojas y las lenguas de una hoguera que tenía
encendida Nigel, que a veces no podía dormir y se iba a contemplar el lubricán
o el amanecer encendiendo una fogata en la tierra de sus vecinos y amigos. Yo
tampoco podía dormir, y como tantas veces me puse a caminar hasta el hogar de
mis padres y allí hallé, sólo él despierto, al hombre que yo llamaba mi suegro.
─“Buenos días, Nigel. ¿Ya
despierto?”
─“Buenos días, Elased –me dijo
sonriente. Él solía llamarme siempre así-. Me paso las horas recordándola. Me gusta
pensar en ella en el lubricán. La siento en la hoguera y en las tenues luces
del cielo.”
─“Las fotos que he visto de ella en
tu casa me la retratan siempre como una mujer muy hermosa, pero sabes que
pienso que una palabra vale por mil imágenes y tus palabras me la evocan con
más justicia.”
─“Cambiando de tema, ¿cómo llevas la
novela?”
─“Ya acabé la prehistoria de todos,
y estoy acabando los capítulos en que mi padre Nike estuvo con los mendigos. Ahora voy por el 6 de agosto en que nació mi
hermano. Luego lo que mis padres llaman el exilio y tendré que contar los
capítulos de mi padre Nike como
mendigo. Luego contaré el cuento de la cueva de la mendiga Sally, cómo se fue
formando el Tres y mi familia, cómo te conocieron, y después mi nacimiento y
todos los años posteriores. Me queda tarea. Espero ser constante y escribir
todo eso.”
─“Ánimo, Elased, tú eres capaz.”
─“Estás muy reflexivo, Nigel, ¿te
preocupa algo?”
─“A ti te lo puedo decir. Mira,
Kirsten, cariño. Hace tiempo que estoy pensando en cómo vivir los últimos años
de mi vida. Y en los últimos meses hay una idea que me toma con fuerza. Richard
nos ha enseñado otro camino. Se puede ser mendigo y conservar la vida que
tenías. Y yo estaba pensando en hacer lo mismo. Hace años que quiero vivir el
sendero de tus padres. No me desharía de nada. Tengo un hijo, tu novio, en qué
pensar y suyos han de ser la casa y el dinero que he podido ganar estos años.
Pero paso todas las noches ya aquí. Es verdad que ceno en mi casa para no
quitarles lo poco que hayan ganado. Pero quiero vivir como ellos. Esta idea me
toma ya con tanta fuerza que quiero hablar con tus padres. Deseo dormir algunas
noches en la que fue casa de campo, primero de tu padre Nike, después de los
Tres, más tarde de Richard Protch, y ahora, desde que vuelve a dormir con su
mujer, de nuevo vacía. Pasaría alguna noche en mi hogar en Millers’ Lane. Pero
dormiría a menudo en esa tienda. Y quiero ir a la calle, algunos días con Luke
y con Nike, que me vayan enseñando lo esencial, y después a solas. Bruce y John
ya van juntos. Podría ir alguna tarde con Richard, cenar aquí con todos en las
hogueras y después dormir en la casa de campo o en Millers’ Lane. He de hablar
con tus padres, pero creo que les parecerá bien, aunque intenten convencerme de
que puede ser una locura. Pero pueden acogerme. Y mira, Kirsten, el décimo
motivo de Verôme es la muerte y ésta me ha acompañado desde muy joven, desde
que perdí a Shirley. Viviría como hasta ahora, seguiría trabajando el tiempo
que me queda pues ya tengo 61 años, como tus padres, pero viviría con ellos las
tardes y las noches enteras o medias.”
Pero yo notaba que había algo más que no se atrevió a contarme. Ahora
que lo sé, entiendo sus escrúpulos y me estremecen. No lo intuía porque siempre
lo había visto llorando a Shirley y mi mente fue incapaz de ir más allá. Habló
con mis padres y sus compañeros y éstos entendieron sin problemas las
necesidades de Nigel de ser el décimo mendigo. Fue los primeros días con Luke y
con Nike, hasta que al final se atrevió a hablar con Richard e iban juntos por
las tardes y después de unas horas en la hoguera se volvían a dormir a sus
respectivos hogares. Su hijo Peter comprendía las necesidades de su padre, y lo
hablaba conmigo y ambos asentíamos. Ahora eran siete y los veteranos no les
hacían reproches a Richard y a Nigel ni les llamaban mendigos a medias, sino
compañeros. Y Nigel vivía con otra cara, siendo el décimo y compartiendo la
vida de los que quería.
Pero una tarde soleada de julio fui de paseo al Puente del Meandro con
mi todavía novio Peter. Por el camino me iba contando proyectos.
─“Mira, Kirsten, cariño, he visto
una casa en St Alban’s Road que está en venta. Con tu sueldo y con el mío ya
podríamos permitírnosla.”
Tenía que frenarle en sus locos sueños.
─“Peter, mírame y dime la verdad.
¿Tú me amas?”
─“Eso no es lo importante, cariño.
Toda la vida hemos estado juntos y hemos pensado en compartir nuestros años.”
─“Pero yo no sé si todo esto tiene
sentido, Peter. Compartir la vida sin que haya amor. Si es por un hogar también
podíamos vivir en Washington Street, en la casa de la que soy propietaria, pero
somos más amigos que novios. Yo voy a quererte siempre. Mi cariño no te va a
abandonar nunca y no quisiera hacerte daño pero…”
─“¿Tú me amas?” –me preguntó
angustiado.
─“Me es muy difícil decirte esto,
Peter. Estoy enamorada, pero no de ti.”
─“¿Hay otro hombre en tu vida?”
─“Sí, mi vida. Pero no puedo decirte
quién.”
Pero Peter no era tonto y no tardó en averiguarlo.
─“¿Tiene la edad de mi padre?”
─“Sí, cariño. Y de los míos.”
─“Cielo santo. Creo que ya sé quién
es. O sea que de ser mi novia puedes pasar a ser mi…”
─“No lo digas. Él no sabe nada. Si
he de amarlo sin esperanzas, tendré que soportarlo. Pero imagina qué infierno
para ti sería vivir juntos y yo amando a ese hombre. Lo nuestro ha sido un
bello sueño que ha durado muchos años, Peter. Pero dejémoslo
aquí. Ya no tiene sentido seguir.”
─“¿Me estás diciendo que rompamos
nuestro noviazgo?”
─“Eres fuerte, Peter. Si no lo
rompemos, te acabaría haciendo más daño. El amor es inocente. Podríamos seguir
si no hubiera amor por ninguna de las dos partes. Pero no con un tercero en
nuestra relación. Vive feliz sin mí, Peter y un día encontrarás a una bella
mujer que sepa amarte y no te haga daño. Y a mí, perdóname. Mi corazón es ya de
otro. Tendría mucho más sentido romper nuestro noviazgo ahora.”
─“No creo que pueda intentar
convencerte. Nuestro noviazgo está roto. Déjame ahora, Kirsten, necesito
pensar.”
Taciturnos nos sentamos todos en la hoguera, y me miraban a mí y miraban
a Peter creyendo que estábamos atravesando una crisis. Mis padres apenas se
atrevían a dirigirme la palabra, y del mismo modo Nigel miraba a su hijo y me
miraba a mí y no decía nada. Nuestra tensión la percibía también Anne-Marie,
que llegó entonces sin su marido. Al rato le pedí hablar con ella y nos
alejamos a conversar en la meseta baja.
─“Algo te pasa, cariño. ¿Qué sucede?
No eres la de siempre y sospecho que tu novio tampoco”
─“Querida tía –ya hacía años que la
llamaba así-. Hoy Peter y yo hemos roto lo nuestro y lo veo demasiado pálido.
No sé si podría hacer algo por él. Me duele verlo así. Es fuerte, pero mi
corazón llora al verlo desolado.”
─“¿Qué ha pasado?”
─“Sucede que he descubierto que
estoy enamorada de otro hombre.” –y se lo conté.
─“Peter lo superará como yo superé
que no me amaran John y Nike. Lo que me cuentas es muy heterodoxo, Kirsten,
pero ya sabes que tu familia toda la vida lo ha sido. Y aunque yo no creí en
eso que me pareció locura, llevan años juntos y yo creo que será para siempre.
Lo que tú me acabas de contar también me parece un desatino, pero en tu familia
todo lo que parece locura luego funciona perfectamente. Tus padres te
entenderían si hablas con ellos, pero si no, aquí estará para oír tus
confidencias la tía Anne-Marie.”
Y ahí lo dejamos. Fueron días extraños, pero un clavo saca a otro clavo
y al poco tiempo Peter se emparejó con Heather Norton, muy dominante y algo
soberbia, pero es evidente que lo amaba con fuerza y mi antiguo novio
necesitaba a alguien así a su lado. Él no la amaba en un principio; sólo
necesitaba olvidarme. Pero al cabo de pocos meses el amor ya entró en su reino
y hablaba de Heather como su princesa.
Así que el que fue mi novio ya tenía pareja, pero yo tenía una espina
clavada en el corazón que tenía que desclavarme. Y un día de septiembre ya no
pude más y le dije a Nigel que
camináramos hasta el Puente del Meandro, que teníamos que hablar. Hacia él nos
dirigimos y no fue semejante el camino de ida que el de vuelta. En el puente
tuvimos una conversación que nos cambiaría la vida.
─“Nigel, no te he llamado para una
conversación normal. Va a ser difícil decirte lo que tengo que decir. Pero debo
ser valiente. Al fin te puedo contar por qué rompí con tu hijo.”
─“Eso no es necesario, Kirsten,
cariño. Supongo que no lo amabas y ya está. Yo no te puedo reprochar nada y te
voy a querer tanto como cuando eras mi nuera.”
─“Peter no me amaba y ahora se le ve
feliz con Heather. Pero en mi caso, verás… nunca nos hemos amado en realidad,
pero yo –y al fin me decidí a soltarlo- hace dos años que estoy enamorada de
otro hombre.”
─“Pero eso es ley de vida, Elased, y
yo no te voy a hacer ninguna reprensión por no estar ya con mi hijo. Al
contrario, tengo que agradecerte los años que has estado con él y si ya no te
puedo llamar nuera, te puedo seguir diciendo cariño.”
─“Tengo que decirte mucho más,
Nigel. Uno de los dos ha de ser valiente, pues sospecho que a ti te ocurre lo
mismo, pero seré yo la primera –él entonces me miraba con un temor evidente-.
Estoy enamorada de ti, Nigel. Te amo profundamente desde hace dos años. Ahora
ya lo sabes.”
─“Cielo santo, cariño. Me has dejado
sin palabras. Nunca pude imaginarme algo así. Tienes derecho a que yo te diga
también la verdad, aunque no sé a dónde nos conducirá esta locura. Kirsten,
mírame. Yo te llevo amando diez años. ¿Lo sospechabas?”
─“Supongo que el corazón intuye la
verdad en una mirada, una sonrisa, un gesto, unas palabras afectuosas y hace
tiempo que sospecho que soy para ti algo más. Abrázame, mi amor. Éste es el
primero de los tres vocativos de mis padres, el de mi madre y Luke. Pero
abrázame, te lo suplico. Y si te atreves a dar un paso más, bésame.”
Nos abrazamos y nos besamos y en nuestras miradas nos decíamos tantas cosas que no era
necesario decir con los labios. Pero teníamos miedo. Por apartarlo él me
preguntó.
─“¿Cómo llamabas a mi hijo?”
─“Cariño. Y él a mi también. Nunca
pasamos de ahí.”
─“Kirsten, vida mía. Es verdad que
nos amamos. Pero ¿qué sentido tiene todo esto? Tengo 61 años, la edad de tus
padres. Te vi nacer. Soy mendigo. Esto no puede salir bien. Piensa que en muy
poco tiempo podrías ser la viuda Matts.”
─“Y tú has sido toda mi vida el
viudo Matts. Piensa en la historia de amor de mis padres. ¿Dónde has visto algo
semejante? Nadie habría apostado por ellos, y sin embargo, ahí siguen, amándose
con locura. Y no hay nada seguro en la vida. Recuerda que llevo el nombre de
una tía que no vivió 20 años. Yo también podría irme antes que tú. Y si no,
podríamos ser felices al menos ¿qué se yo? ¿Quince años? Quiero vivirlos
contigo. Ahora tenemos hasta tres casas.”
─“¿Tres casas?”
─“Millers’ Lane, 15; Washington
Street 21; e incluso la antigua tienda de mi padre Nike, la “casa de campo”.
Porque yo podría ser y quiero ser la undécima mendiga. Al fin y al cabo y tú me
estas ayudando bastante, intento crear y el undécimo motivo de Verôme es la
creación. Richard nos ha enseñado otro camino. Y los tres últimos podríamos
tener hogar, ir a nuestro trabajo, mendigar por la tarde, cenar con ellos y
luego irnos a Millers’ Lane, por ejemplo, a vivir nuestra vida de pareja.
Nigel, nos amamos. Dime que podríamos vivir juntos. Y hasta casarnos.”
─“Mi amor, te veo muy enamorada y en
lo que pueda y mientras viva, intentaré hacerte feliz. No sé si esto puede
salir bien, pero si tú lo deseas, podemos ser una pareja. ¿Qué crees que
pensarán tus padres, tu hermano, mi hijo, todos…?”
─“Lo entenderán, Nigel. A tu hijo
quizá le cueste algo, pero ya tiene pareja y la ama. Le puede costar saberme su
madrastra. Y en cuanto a los demás, no sé si tendrán problema en
reconocerme como tu pareja o como
mendiga. Pero en cuanto a lo primero…
Nigel, mi amor, ¿qué te parecería si mañana vamos al juzgado y buscamos
una fecha para la boda, eso es claro, si quieres casarte conmigo?”
─“¿Cómo te voy a decir que no, mi
vida, si llevo diez años amándote? Ahora soy el hombre más feliz del mundo. Si
tú quieres aceptar a este viejo que ha sido tu suegro toda la vida, entonces
vivamos juntos. Mañana vamos al juzgado y decidimos. Quizá sería mejor informar
a todo el mundo con la luz del sol y pasar esta noche en la hoguera como si
nada.”
Y hacia la hoguera nos dirigimos y supimos disimular lo que sentíamos.
Era una noche llena de gente. Además de los ocho mendigos, ocho si yo me sumaba
ya, estuvieron allí mi hermano con Ermelinda y mi sobrino Régulo, que esa noche
parecía decidido a no dormirse. Allí estaba también Armand Protch, mi tío James
con Rosa de Lima, y mi tío Gerald, que ya venía casi cada noche. Se sentía bien
con su sobrina, sus dos maridos, sus hijos y sus compañeros. Richard preguntó a
mis padres, que seguían de camareros en la Thuban si era cierto lo que había
oído de que se había retirado Harold Blessing. John estuvo muy pendiente de la
respuesta de Nike.
─“Harold no ha querido morir en el
trabajo como Norman Wrathfall y se ha retirado. Ya se fue Samuel Weissmann para
siempre. Así que ahora el consejo de administración lo forman la presidenta
Anne-Marie Jones, Joan Weissmann y los resistentes Walter Hope y Thaddeus
Barrymore. Y dos mujeres más: Grace Bigham y Megan Denver.”
─“Mi tío Harold siempre ha
antepuesto el dinero a la familia. Pero creo que ahora me acercaré un día a
visitarlo. No sé si querrá recibirme.”
Pero tal vez la cercanía de la muerte hiciera que tío y sobrino se
hablaran aún e incluso Harold le dio las condolencias por la muerte de Miguel.
Ahora se verían de vez en cuando.
Esa misma noche, Nigel se atrevió a comentárselo a Peter, que vino con
Heather.
─“Tengo que hablarte, hijo.”
─“¿De Kirsten?”
─“¿Cómo lo sabes?”
─“Me dejó muy claras ciertas cosas y
supuse que ya habríais hablado.”
─“Mañana –tragó saliva- buscaremos
fecha para la boda.”
─“Papá, siempre la he querido y
comprendo que de ser mi novia va a pasar a ser mi madrastra. Pero no le guardo
rencor y siempre la voy a querer. Y llevo toda la vida pensando que estás muy
solo y que te hace falta una buena mujer a tu lado. Y más que madrastra, puede
ser una amiga, la mujer de mi padre. Kirsten es estupenda para ti y yo quiero
que estés acompañado. Puede no resultarme fácil, pero ya he tenido tiempo de
irme haciendo a la idea. Cuenta conmigo. Y abrázame.”
Había resultado más fácil de lo previsto. Ahora debían hablar con los
tres padres de Kirsten, y con su hermano. Al día siguiente, al salir de sus
respectivos trabajos, miraron en los juzgados una fecha disponible y eligieron
el martes 4 de octubre. Cuando esa noche hablaron con Peter, resultó que
Heather y él también estaban dispuestos a casarse y optaron por el mismo día.
Fue así como Peter y yo no nos casamos
al final el uno con la otra, pero sí en la misma fecha. Esa noche, después de
hablarlo con mis tres padres y mi hermano, escribí a Inverness invitando a mi
abuelita Maudie y a su amiga Selma.
Llegando de los juzgados encontré a mi madre en el Arrabal. Mis dos
padres aún no habían regresado del bar de la Thuban. Le dije que tenía que
hablarle y nos encaminamos al Puente del Meandro. La estampa era muy similar a
la de hacía años, cuando mi madre habló con mi abuela en el mismo lugar y
estaban con Paul en los brazos. Ahora nos dirigimos al mismo sitio con mi
sobrino Régulo en los míos.
─“Cuéntame, hija” –me alentó mi
madre una vez llegamos al puente.
─“Esta mañana he pasado por los
juzgados, buscando una fecha para la boda y me voy a casar el 4 de octubre. Ese
fue el día que papá Nike se fue a la calle; un año después éste le contó a papá
Luke el cuento de la suciedad; y por tercera vez fue importante cuando la
segunda operación de papá Luke, el día en que la tía Anne-Marie le donó el
riñón. Y ahora por cuarta vez será un día importante, el día de mi boda. Pero
quisiera saber, mamá, si cuento con vosotros, con mi hermano y mis tres
padres.”
─“Hija mía. Yo muchas veces he sido
lenta para intuir las cosas contigo, porque a veces eres tan trasparente como tus
padres, pero no siempre. Pues al fin y al cabo seguías con Peter y pensé que
estaba equivocada. Pero ahora me parece que no. Hace dos años que lo pienso.”
─“Seguramente llevo dos años
enamorada, mamá, pero yo sólo lo vi hace diez meses.”
─“No me has dicho quién será tu
futuro esposo, pero ahora creo saberlo. No es el hijo, sino el padre. Se trata
de Nigel, ¿verdad?”
─“Sí, mamá.”
─“¿Eres feliz?”
─“Lo seré mucho más cuando sepa que
pensáis los tres y mi hermano.”
─“¿Qué crees que te puede decir tu
madre, hija? Nos has visto siempre tres y toda la vida en la calle. Tu abuela
me fue convenciendo de que una familia
no tiene por qué ser ortodoxa, que sólo triunfará si se elige y se quiere. Y tu
corazón ha elegido. Sabes que tu futuro esposo tiene nuestra edad, y que un día
próximo quizá puedes enviudar.”
─“Lo sé, mamá. Pero seré infeliz si
no estoy a su lado.”
─“Igual tenéis un hijo. Mi madre
sobrevivió porque me tuvo a mí y un día cercano, si se cumplen los ciclos de la
vida, puedes perder a tu marido y a tus padres. Pero podrías consolarte con un
hijo. Pero de momento, sé feliz, Elased, cariño mío. Nigel es un gran amigo y
un hombre estupendo. Y ahora me doy cuenta de que te ama de verdad. Solamente
tú tienes derecho a escoger tu familia y tus padres tienen derecho a darte la
enhorabuena. Cuando hables con los demás verás que te entienden tus padres, tu
hermano y su mujer, nuestros compañeros. Abrázame.”
Fue un sentido abrazo que me hizo comprobar de nuevo la belleza de mi
madre. Pero enseguida pasé a comprobar la belleza de mi padre Luke, que venía
por la que hacía años llamábamos Polaris Street, mas venía sólo. Desde
que mis padres ya no tenían que hacerse cargo de mi hermano y de mí solían
mendigar incluso los tres juntos. Por la mañana iba sola mi madre mientras mis
padres trabajaban en el bar de la Thuban. Cuando éstos salían quedaban los tres
en la esquina con Riverside Avenue, y mendigaban los tres juntos por el campus,
o se iban a The Holy Ghost Church o St Stephen. A las cinco mi madre se volvía
al barrio templario, pues comenzaba en la peluquería a las 6. Generalmente
retornaba acompañada de mis padres, que después se iban a la Basílica, a St
Mary, St Mark, la Alameda de Umbra Terrae o incluso Wall Street y los
alrededores del hospital.
Me dirigí a hablar con papá Luke y lo encontré casi en el callejón que
siempre había sido conocido como Alder Alley. Le pregunté por papá Nike.
─“Hemos vuelto juntos pero estaba
muy pensativo y me dijo que se iba un rato por el Puente del Molino hasta el
lago, que necesitaba pensar.”
─“Mejor así, papá, porque quiero
hablar con cada uno de los dos por separado. Mira entremos en el callejón.”
Aún se veía el viejo grafiti que hacía años había contemplado mi padre
Nike al salir de la discoteca, pero había muchos más y las paredes estaban
abarrotadas de insultos hacia personas o de corazones con dos nombres unidos.
Nos sentamos en un umbral junto al callejón y empecé a hablarle.
─“Papá. Espero que me entiendas. No
es fácil decirte lo que te voy a decir –y se lo solté sin más preparación-: Voy
a casarme. De hecho faltan ya muy pocos días. Será el 4 de octubre. Mi futuro
marido y yo hemos elegido la iglesia donde se casaron mis abuelos Paul y
Margaret, tus padres, en St Mark.”
─“¿Con Nigel?”
─“Sí, papá. Mamá también lo ha
averiguado. Debo llevarlo escrito.”
Y se llevó diez minutos elogiando a su futuro yerno. Un hombre, me dijo,
como yo: sensible e inteligente. Pero tenía algo más que decirle.
─“Queremos vivir en Millers’ Lane.
Mi casa de Washington Street será de momento para Peter y Heather. Yo seré la
propietaria, pero ellos ni tendrán que pagarme alquiler. Y serán vecinos de
Paul y Ermelinda. Pero he de decirte algo más, papá. Quiero acompañar a Nigel
también en su vida de mendigo y quiero ser la undécima de vosotros. Por la
mañana ambos iríamos a nuestros
respectivos trabajos. Por las tardes mendigaríamos y cenaríamos después con
vosotros en las hogueras. Sólo entonces nos retiraríamos a dormir a Millers’
Lane. Dime algo, por favor. No sé qué piensas de todo esto.”
─“Cuando aún no había nacido Paul,
un día le dije a tu padre Nike que para mis hijos aceptaría cualquier camino,
siempre que no fuera indigno, como el que un día seguí. Es un placer saber que
tu hermano y tú estáis muy lejos de esas tentaciones. Aún así sería difícil
ahora aceptar que mi hija cambiara su vida de profesora en la universidad por
venirse a la calle. Pero tal como me lo has descrito, me parece muy bien.
Sigues con tu vida y tu marido seguirá con la suya. Tenéis donde vivir. Y como
te has pasado la vida yendo y viniendo al Arrabal, es normal que algo de esta
vida te guste y quieras conocer al menos la Libertad que ha marcado la
existencia de tus padres y sus compañeros. Sea cual sea el camino que escojas,
hija, tus padres lo aceptarán. Que seas muy feliz.”
Y nos abrazamos también. Me despedí de mi padre Luke diciéndole que iba
por el Puente del Molino hasta el lago en búsqueda de papá Nike. Éste estaba
tan absorto que me costó hacer que me escuchara.
─“Hola, cariño. No te había
sentido.”
─“¿Qué pensabas que te abstraía
tanto?”
─“Tantos años después, no te lo vas
a creer, pensaba en el Vaticinio y en la señora Oakes. Mira, la conocí lo
bastante como para saber que no se equivocaba. Y esta tarde me ha dado por
cavilar que no se equivocó al fin y al cabo. Sólo hicimos una mala
interpretación de sus palabras. Hemos estado en casa del tío James y éste nos
ha contado que un rayo ha destruido parte de una escuela, afortunadamente en
horas en que no había nadie. Quemó un árbol que cayó sobre el ala izquierda,
destrozándola. Y entonces, al oír esto, me dio por unir dos palabras: rayo e
izquierda, y mientras lo hacía, mi mirada se quedó fija en un espejo de la
pared. Mira, todos sabemos de memoria sus palabras, las de aquella visión que
tuvo esa noche de finales de julio. Dijo esto: “Algunas cosas las he visto
mirando en otro espejo, en otro pensamiento, en lo que alguien aún no ha
pensado”. El espejo era mi pensamiento futuro, recuerda. Y cuando hablaba del
rayo que quemó el tronco que todos entendimos que representaba a papá Luke
dijo: “Otro rayo que cae furibundo. Acaba de quemar a uno de los troncos: sí,
el séptimo si cuento por la izquierda.” Ese pudo haber sido el error, que estaba
mirando en un espejo y sin embargo contó por la izquierda. Ahora piensa. Ella
dijo el 4, el 7 y el 1. Debería haber sido entonces el 1, el 7 y el 4, pero por
la derecha. De ese modo el 1 soy yo. Y es verdad que no me pasó nada, pero que
estuve pensando en quitarme la vida justo antes de vivir la noche más hermosa
de mi existencia. Pero para el 1 si contó por la izquierda y ella fue la
primera. Y después cuenta por la derecha. Luego fue el 7: tu abuela Olivia y
luego el 4: Miguel.”
─“Cielo santo, papá. Creo que tienes
razón.”
─“No lo sé, pero si fuera así, ella
vio incluso lo que acontecería más allá de su muerte. Pero tú has venido a
contarme algo, ¿verdad?”
─“Sí, papá. Ya he hablado con mamá y
papá Luke y ambos me han dado su aprobación. Faltas tú y después mi hermano.”
Y sacando fuerzas de flaqueza conté por tercera vez mi futura boda y lo
que me era más difícil, explicar que quería ser, aunque a medias, la undécima
mendiga y que de nuevo fueran ocho en la Mano Cortada.
─“Elased, cariño –me respondió mi
padre-, conozco a Nigel desde poco antes de tu nacimiento y sé que es un hombre
estupendo. Llevo intuyendo que lo amas hace dos años y sé que puedes ser muy
feliz a su lado y que ya habrás sopesado el riesgo de que tenga nuestra edad.
En cuanto a ser mendiga a medias, para empezar de a medias nada. Un mendigo no
tiene por qué serlo las 24 horas. Y te he querido siempre tanto que será un
placer verte cada noche cenar con nosotros. Y al fin y al cabo sigues con tu
vida. Y tu vida es la literatura. Nada mejor para escribir sobre mendigos que
vivir con nosotros y como nosotros y tu marido te ayudará, estoy seguro. En la
vida hay que tener claro que es lo que de verdad se desea y apartar lo que
impida la felicidad. Ya sabes que eso es
lo que llamamos motivo de Verôme. Y si tú acabas de encontrar el tuyo, ¿quiénes
somos tus tres padres para oponernos a que nuestra hija sea feliz con la vida
que quiera llevar? Si tu felicidad depende de tus padres, ahora sabes que
cuentas con los tres. Abrázame, cariño.”
Era una felicidad ser comprendida por mis tres padres, que no me
reprocharon nada. Fue maravilloso contemplar también la belleza de mi padre
Nike, que me preguntó por dónde llevaba la novela.
─“Estoy en la noche en que papá Luke
te contó su cuento en la cueva de la mendiga Sally. Acabo de terminar el cuento
y me queda el resto de la noche y todo lo que hablasteis después que dio origen
a nuestra familia. Aún me queda.”
Mi padre Nike me dio ánimos para tomármelo con calma y no decaer. Me
despedí de él y me fui hasta el Puente del Meandro, donde me encontré con mi
hermano y su mujer, y mi sobrino Régulo en sus brazos.
─“¿Qué estabais haciendo, Paul?”
─“Sabes que todos nuestros nombres
estaban grabados en un olmo en la Colina de los Caballeros. Nosotros hemos
venido a hacer lo mismo aquí, a este último fresno que da sombra al puente,
antes de que empiecen los alisos. Y mira este nuevo corazón.
Lo miré. En su interior se leía Paul y E. Andrea y de él salía una
flecha al final de la cual se leía Régulo. Un olmo y un fresno. Pensé que si
Nigel y yo un día teníamos hijos debíamos escribir los nombres en un aliso.
Pero aparté ese pensamiento. Yo había ido hacia allí al ver la silueta de mi
hermano y su mujer para comunicarles algo.
─“El 4 de octubre, pequeño rey, me
voy a convertir en la señora Matts.”
Me miró desconcertado.
─“Pero yo creía que ya no erais
novios.”
Pero Ermelinda lo comprendió enseguida.
─“No se trata del hijo, sino del
padre, ¿verdad, emperatriz?” –mi cuñada también me llamaba así.
─“Se trata de Nigel, sí. Nos amamos
con fuerza.”
─“Ven aquí, Elased, cariño y
abrázame. Y desde luego cuenta con tu hermano. ¿Y cómo se lo ha tomado Peter?”
–me preguntaba mientras nos abrazábamos. Lo informé de que se lo había tomado
muy bien, que Peter y Heather también se casaban el mismo día, y que ahora
tenía que volver a la Mano Cortada a informar a los demás.
Ya estaba Bruce de vuelta y faltaban por regresar Richard y Nigel. Le
dije a Bruce que quería hablarle y que nos fuéramos al Puente del Menhir. Se lo
conté todo en un cuarto de hora. Y al final de ese tiempo me abrazó llorando
emocionado. También le propuse una cosa.
Si ahora yo iba a ir a la calle con Nigel, Richard volvería a encontrarse solo
y le pregunté si él tendría inconveniente en que fuera con él y con John.
Asintió y volvió a abrazarme sin parar
de darme la enhorabuena. Querido Bruce.
Richard ya sabía algo porque Nigel se lo había contado. Aceptó de buen
grado ir ahora con Bruce y con John y me abrazó también efusivamente.
Poco antes de la hoguera volví a ver a John. Estaba leyendo un nuevo
libro y le pregunté por él.
─“Me lo ha dejado tu tío James. Sabe
que ya soy capaz de leer novelas que se desarrollen en el país de Miguel. Se
llama El Corazón de la Tierra, de
Juan Cobos Wilkins. Son hechos que suceden no demasiado lejos de Cádiz, la
ciudad de Miguel, en las minas de Riotinto. Una serie de acontecimientos
verídicos novelados con maestría por su autor que condujeron al año de los
tiros en 1888. Me está gustando. Supongo que querrás leerlo. Te lo recomiendo.”
El Corazón de la Tierra. Al
final me enganchó y me lo leí entero antes de la boda. Tiempos de abuso y
explotación y una tierra legendaria en manos de una compañía sin escrúpulos. Me
enamoré de su protagonista, la niña Blanca Bosco y sentí con ella el paso de
los años y el recuerdo de días de sangre y tiros como respuesta a una huelga
necesaria.
Una vez informado John, fue una hoguera mágica en que todos nos
felicitaban una y otra vez. En los días posteriores Nigel y yo estuvimos
repasando invitados. Delegamos en Richard que invitara a Sarah, a su hijo
Armand y a su hija Crystelle y su marido Tristan. No olvidé a mi tío Gerald ni
a mi tío James y mi tía Rosa de Lima. Era una lástima que no pudiera venir mi
tío Jairo. Y una emotiva carta fue enviada a Inverness invitando a mi abuelita
Maudie y a su amiga Selma Dickinson.
Ambas prometían venir.
Pero antes de la boda yo quería conocer la calle y es difícil que olvide
qué día fue. Era el 23 de septiembre de ese año 61, el día del equinoccio de
otoño. Nigel y yo pasamos la tarde en la Basílica. Fue una jornada dura y
cansada en la que vivimos muchas cosas que mis padres me habían contado, pero a
diferencia del primer día Lucy-Luke, del primer día Luke-Nike y del primer día
Lucy-Nike, mi futuro esposo y yo sí conseguimos suficiente para comer. En
nuestro caso de mendigos a medias no era vital pues teníamos comida en el piso
de Millers’ Lane. Ya oscureciendo le dije al hombre de mi vida.
─“Nunca voy a tener celos de
Shirley, cariño. Y tú te puedes pasar la vida conmigo hablándome de ella. Pero
estoy cayendo en una cosa. Ahora soy mendiga y puedo hacerlo. Si no eres
mendigo, sólo lo hiciste tú, que un día regalaste una estrella a tu hijo y otra
póstuma a tu mujer. Y al cabo de tantos años, mi amor, tú no tienes ninguna
estrella y eso no puede ser. Si hemos quedado en no regalarnos nada, pues
mendigos somos, siempre nos queda lo no material. Y quiero hacerte un regalo.
Es incomprensible que aún no haya sido dada. Y te resultará fácil de comprender
que quiera regalarte la estrella más brillante, Syrio.”
Y así fue como Nigel Matts pasó a poseer la estrella Syrio, alfa canis maioris, estrella que junto
con Betelgeuse, propiedad de Armand Protch, y Procyon, propiedad de mi tío
James Prancitt, forma el triángulo de invierno. También conocida como la
estrella del perro o la estrella de navidad, marcaba la época de las
inundaciones del Nilo. La estrella más brillante del cielo nocturno tenía que
ser como es él, mi futuro marido y décimo mendigo Nigel Matts.
Y al fin llegó el martes 4 de octubre de nuestro año 61. El día había
amanecido radiante y el verano no tenía prisa por irse. La iglesia de St Mark
era una estampa limpia de cal con espléndidos rayos en su enorme cruz. Nigel y
yo habíamos decidido no comprar traje de boda sino ir con nuestros mejores vestidos, pero nada
más. Él iba con un hermoso traje azul y yo iba de rojo, el color que más me
favorecía. Peter y Heather decidieron hacer lo mismo. Ella iba espléndida en
una combinación azul y rosa que realzaba sus hermosas líneas junto a su futuro
marido, que iba de gris. Justo antes de entrar en la iglesia, decidí hablar con
Heather.
─“Espero que nunca tengas celos y
que nos queramos siempre como hermanas.”
─“Somos de la misma edad, pero
parece mentira, Kirsten, vamos a ser suegra y nuera. Pero no tengas miedo: no
soy celosa y sé cuánto os amáis el padre de mi novio y tú. Siempre podrás
mantener el cariño que os ha unido a mi marido y a ti de por vida.”
Unos segundos antes había saludado a mi abuela Maudie y a su prima
Selma.
─“Parece mentira, abuelita, pero
estás estupenda; y Selma también lo está.”
─“Tengo 97 años. La muerte me podría
sorprender ya cualquier día, pero mi prima y yo podríamos perfectamente llegar
a los 100 y hasta superarlos. Y es un placer estar presente en la boda de mi
nieta. No pude ir a la de mi nieto. Claro que tus padres tampoco. Pero es un
placer conocer a Ermelinda Andrea y a mi bisnieto Régulo. Me recuerda a tu
hermano el primer día que os acercasteis a Deanforest.”
Y mientras Nigel y yo nos convertíamos en marido y mujer allí estuvieron
las dos con estoica resistencia. A su lado Armand Protch, como siempre
meditabundo y charlando con mis tíos James y Rosa de Lima. Brandon y Anne-Marie
Jones al lado de mi gran amiga Crystelle Grover y su marido Tristan. Sarah
Protch junto a su marido. Richard se juntaba con sus compañeros Bruce y John y
junto a ellos mi tío Gerald, octogenario y cansado pero aún con energías. Mis
tres padres muy cerca del altar, mirando orgullosos las dos bodas y mi hermano,
su mujer y mi sobrino sonriéndonos orgullosos y radiantes. Cerraba la fila Joan
Weissmann, quizá futura presidenta de la Thuban Star aunque Anne-Marie tenía
cuerda para rato. La ceremonia fue emotiva y solemne y de ella salimos dos señora Matts.
Mi madre se acercó y me besó con lágrimas en los ojos.
─“Felicidades, Elased, ahora ya
Kirsten Matts.”
─“Legalmente Kirsten Matts. Pero mi
marido y yo hemos hablado y en realidad siempre me voy a llamar Kirsten
Prancitt-Rivers-Siddeley Matts. Y no sabemos si tendremos hijos y qué apellidos
tendrán.”
Papá Luke llegó a mí y me saludó con ojos llorosos.
─“Me siento muy orgulloso de ti,
Kirsten. Tantos años y ver a mi hija ya casada…”
─“Mi felicidad hoy te la debo a ti,
papá. Sin ti yo no habría venido a este mundo. Me alegro de que estés hoy en mi
boda.”
Y papá Nike nos felicitó a los dos a la vez.
─“No tengo palabras para expresarte
cuanto te quiero, hija. Cuídala, Nigel. Hace años que somos amigos y dejamos un
tesoro en tus manos.”
Todos mis padres felicitaron a mi marido. Y enseguida llegó mi hermano
con la mejor sonrisa, con mi cuñada.
─“Felicidades, Elased, cariño. Los
dos hemos sabido escoger pareja. Y dediquémonos siempre a querer a las tres
personas que nos han dado la vida. Besa a tu sobrino.”
Fue un beso emotivo a la última sangre de la familia, quien nos
continuaría. Al final y antes de salir de la iglesia, Peter, Heather y yo nos
besamos y felicitamos y mi marido lloraba de emoción abrazando a su nuera y sin
saber qué palabras usar para felicitar a su hijo. Pero fue éste quien habló:
─“Padre e hijo nos hemos casado el
mismo día. Mamá se alegraría de ver tan felices a los dos Matts. Cuida de
Kirsten, papá, es una mujer estupenda. Y yo te prometo hacer feliz a Heather.”
Habíamos invitado también a David Fieldman, que seguía trabajando en The Last Road, y en este bar tuvo lugar
un desayuno sin pretensiones, adonde fuimos todos. Al momento nos sorprendió
que entraran sin que nadie los hubiera invitado los gatos Vera y Verôme, que
también estuvieron allí ese día. Me felicitaron Bruce, John, Richard, mi tío
James, mi tío Gerald, mi abuelita Maudie, y mi tía Anne-Marie, que me decía:
─“Extraños parentescos, cariño. Tú
me llamas tía Anne-Marie y desde hace años soy la concuñada de tu marido. Que
seas muy feliz en la vida, Elased. Quién me diría que te iba a querer tanto
cuando estuve enamorada de tu padre. Y ahora también eres pariente de mi
marido. Enhorabuena.”
La celebración fue radiante, en frente del Arrabal de la Mano Cortada,
dos parejas más como nuevos surcos en la tierra feraz. Llegó la hora de hacer
un brindis. Me dejaron el primer lugar. Después fueron mi marido, Heather y al
final Peter.
─“Quiero brindar por una serie de
personas que habrían disfrutado viéndonos hoy. Por mi bisabuela Madeleine
Oakes. Qué de consejos me habrías dado hoy bisabuelita. Por mi abuela Olivia
Rivers –a lo que mi madre y mi tío Gerald comenzaron a llorar-. Por Miguel
McDawn –llanto solemne de su antigua pareja John Richmonds-. Por mi abuelo
Herbert Protch –mi abuela me confesaría más tarde que creyó verlo allí por un
segundo sonriéndome-. Por Samuel Weissmann –Joan lloraba agradecida de que se
lo recordara-. Y por supuesto por la primera señora Matts. Prometo darle todo
mi amor a tu marido, Shirley, y hacer que te recuerde siempre –Nigel y Peter
comenzaron a llorar, agradecidos y supe que mientras viviera sería amiga de mi
antiguo novio y su mujer. Después todos ellos, Nigel, Heather y Peter brindaron
por los presentes y por los ausentes. También estuvieron invitados los
Proscritos y también se hizo mención de Vera Lloyd.
El convite fue alegre y prometedor de belleza y felicidad, una felicidad
ya siempre crónica que no se disiparía en las estrías del aire.
Todos felices comiendo perdices.
ResponderEliminarAño 61, primavera. Nigel y Elased hablan de la novela. Nigel nos revela una confesión que nos estremece...el décimo motivo de Verôme es la muerte...
ResponderEliminarConversación secreta y sorprendente de Kirsten y Peter.
Conversaciónes emotivas de Kirsten con Anne Marie y Nigel. Nuevos amores, nuevas relaciones que sorprenderán al lector.
La ciudad de Miguel y un libro: otro guiño del autor.
Kirsten se casa...con quien ya sabía el Tres que se iba a casar, pero NO con quien espera el lector. Al casarse, conservará también sus 3 apellidos. La boda será el 4 de Octubre del año 61, irán todos y habrá brindis por los que se han ido: Madeleine, Olivia, Miguel, Herbert Protch, Samuel y la Señora Matts. Familiares, amigos y Proscritos...recuerdan también a Vera.
Nigel recibe a Syrio de regalo por parte de...no diremos más.
Resumiendo: capítulo espectacular y sorpresivo.
Inor
Sorpresa tras sorpresa.
ResponderEliminarLa familia aunque ha perdido bajas, se han creado nuevos vástagos que continuarán la comunidad de mendigos. Un gran capítulo, como todos los anteriores.
Y con gran pena, casi el final, terminaré con más de alguna lágrima en los ojos.
Lo probable y lo increíble son cabos de la misma cuerda. Si los juntas, resulta lo inevitable
ResponderEliminarUn penúltimo capítulo, el primero de los dos finales, coronando la historia de las historias, broche final donde vuelven a aparecer todos los leitmotiv de esta novela, estrella incluida (Nigel/Syrio). Pivotando todo sobre los dos protagonistas que en esta última quinta parte de la novela han sido los que más atención han concitado, Kirsten y Nigel, dos bellas joyas engarzadas perfectamente en el relato, pero no las únicas, ya que todos vuelven a cobrar importancia, de una forma u otra, en mayor o menor presencia. Una separación, una boda, bueno dos, y el ocho vuelve a restablecerse con la incorporación de dos mendigos, "a medias". Las reflexiones, en bellos diálogos, de Lucy, Luke y Nike, la reinterpretación del vaticinio de la Sra. Oakes y más cosas, más sorpresas. Perdonad que sea sucinto en la sinopsis; comprended pues, que intento instrumentar una insinuación, sin querer desvelar secretos, y con solo la incitación a una lectura que os aseguro será interesante y palpitante. Relatado para mí en el inconfundible universo Llanes, donde se despliega un contexto reflexivo sobre la Honestidad, Sinceridad y Amistad entre otros valores y que aquí toman un cariz especialmente tierno, donde nada es superfluo ni gratuito, lectura abierta, que da oxígeno y que se devora de manera casi literal dejando una sensación de insaciable disfrute, acentuado en tantos buenos momentos de su leída.
Guiños Llanesianos. Son pequeñas perlas, destellos de luz breves, que el autor introduce en el relato a modo de homenaje y/o reconocimiento:
- El Corazón de la Tierra, de Juan Cobos Wilkins, A partir de las trágicas revueltas anarquistas ocurridas en Minas de Río Tinto (Huelva) en 1888, relata la historia de una amistad entre dos mujeres. Una anciana española y una mujer británica recreando en largas conversaciones y reflexiones su propio pasado y el de la región. Un homenaje doble, por un lado al pueblo natal del autor y por otro a la literatura, que desde Moby-Dick a El Silmarillion y El Hobbit se ha venido refiriendo en la novela, así como un homenaje personal al autor del libro Juan Cobos Wilkins. (aliento a su lectura).
- No sé si os habréis fijado, pero el guiño a los cuatro evangelistas está presente y personificado en toda la novela, es una relación sutil casi imperceptible, relacionándolos con cuatro protagonistas, el último San Mateo, alguien añade a sus apellidos el apellido Matts, pequeño guiño, picardía que el autor desliza como sin querer. Os animo a una relectura para descubrir las relaciones de los otros tres evangelistas con sus correspondientes personajes.
- Y no podía ser de otra forma, la reinterpretación del Vaticinio de la Señora Oakes, otro rizar el rizo, otro marchamo de autor, una frase "Algunas cosas las he visto mirando en otro espejo, en otro pensamiento, en lo que alguien aún no ha pensado", cambia el orden y relaciona la posibilidad de suicidio de Nike como el número uno en la secuencia. La Sra. Oakes nunca se equivocaba.
- Pequeño guiño, pero gran gesto. Agradecer al autor reafirmar al escribir el nombre completo de una de sus protagonistas, que no pierde sus apellidos de nacimiento, una verdadera postura de firmeza ante la incomprensible costumbre social que hace perder el nombre de su sangre a la mujer.
Y poco más os puedo decir sin desvelar. La Belleza el único título posible para este capítulo. Por ridículo que pueda parecer entre el impacto de una piel y el soplo de la lectura solo media el paso de la excitación, una mediación que a veces es inevitable. Presente y pasado, imaginación, sueños, lo que fue y lo que no fue, todo pasa por la literatura y al hacerlo todo forma un absoluto que se parece mucho a un juego, somos piezas en este juego y el autor nos ha ido moviendo según sus reglas para que no nos sintiéramos extraños en ese tablero que es su paraíso, y francamente lo ha conseguido. Solo decir: Imprescindible lectura.
Pol