CAPÍTULO XLVIII: LA EMPERATRIZ



   La luz de aquel verano templado, ataviado de primavera, cumplía bien su función de dar brillo, pero no la de dar calor. Es verdad que la claridad duraba más horas, pero los rayos no abrigaban y las noches eran gélidas. Por los ventanales del río, los juncos sí chorreaban guirnaldas de brisa estival con melindres de verdadera temperatura estacional. Julio era soportable y las estrellas las bambalinas de un telón luminoso que ponía techo de margaritas brillantes donde se agazapaba de nuevo el Escorpión.

   La luz en los ojos de Paul sí que alumbraba. Al cabo de varios días de visitas frecuentes al hospital, se le diagnosticó amaurosis fugaz. Después de mucho ir y venir al Philip Rage, no sólo ese año, parece ser un problema de la arteria carótida, y ha de sufrir frecuentes revisiones, pero pasados estos años os puedo decir que puede no ser grave si no cae en tabaquismo, diabetes o algo así. Podría ser un síntoma de accidente cerebrovascular, pero Dios no lo quiera, hoy por hoy, no ha tenido nada.
   El primer día no nos acompañó al hospital porque le pilló estando en la calle, pero Olivia vino con nosotros cada día. Nigel estaría de vacaciones la segunda quincena de julio y entretanto íbamos diariamente por la tarde, usando sus dos coches y o Luke o yo conduciendo el Chrysler. Lucy había informado a su tío de lo que pasaba y Gerald estuvo dudando si ir al hospital o no por no coincidir con su hermana. Pero mi mujer lo tenía informado y el 11 de julio fuimos a su casa con Paul. A partir de ese día quise de veras a Gerald Rivers. Abrazó emocionado a su sobrino y éste como si lo supiera le tiraba besitos con la mano.
−“Cómo se parece a ti, Lucy. Tiene la mirada inconfundible de los Rivers, pero afortunadamente, se le ve la serenidad de los Prancitt. Y cuando quiere a alguien, lo quiere para siempre, como los Siddeley –no me olvidó-: excelente combinación.”
   Unos días antes, el 6 de julio, tuvimos una fiesta inesperada. Vimos llegar a James Prancitt con el rostro iluminado y con gran alegría se reunió con todos y nos informó:
−“Hoy he sabido que he aprobado la edafo –como él le llamaba-. Por fin puedo deciros que he terminado la universidad.”
−“¿Qué piensas hacer ahora?” –le preguntó Luke.
−“Éste es un día para celebrar y todavía no lo tengo pensado. Supongo que opositar y entretanto seguiré trabajando en la carpintería.”
    Un día para celebrar. Y quiso hacerlo junto a nosotros. Afortunadamente ese 6 de julio se nos había dado bien e incluso cenó con nosotros, con Paul en sus brazos, mientras nos contaba anécdotas de sus años universitarios y procuraba incluir en la conversación a Miguel, aun notando la tirantez entre éste y su hermano.
   Pero vuelvo al viernes 11 de julio. Ése fue también el día que comencé a trabajar en el bar. Samuel estaba informado de qué le ocurría a Paul, y Anne-Marie, Richard y él acudían a verlo casi cada día. La actitud de Luke había cambiado y era un placer trabajar con él y notar su amor. En su desconcierto de aquellos días, había decidido ser lo más tierno posible conmigo y derrochar su ternura mientras me tuviera pues era para mí un enigma, pero evidente, que intuía que un día me iba a perder, mas mientras ese día llegaba, me colmaba de belleza. Decidimos no tentar la suerte y no llamarnos en el bar “amor mío”. Lo cambiamos por el siempre estremecedor “Compañero”, que a nadie podía escandalizar. Richard había pasado a ser mi jefe, pero me sonreía cuando cometía mis escasos errores y ya siempre fue un amigo. Samuel acudió el día 11 a ver cómo le servía su nuevo camarero. Pareció satisfecho y nos bañó a Luke y a mí, ese día y siempre, con el agua cálida de su conversación. A los demás miembros del consejo de administración les costó más adaptarse a las novedades, pero encogían los hombros, pedían y pronto me consultaban dudas, incluso Walter al final, cuando al fin se aseguró de que yo sería –no sabía aún lo de Anne-Marie- un rival menos en su camino a la presidencia.
  La noche de ese viernes coincidió también con una de las frecuentes visitas de Richard. Tenía a Olivia a su costado, y éste miraba al cielo, hasta que reconoció su estrella y la señaló.
−“Ahí está Deneb.”
−“¿Deneb?” –preguntó Olivia.
−“Deneb, del Cisne, en el triángulo de verano. Tuve la suerte de que un día Nike me la regalara.”
−“¿Hay una constelación del Cisne, Richard?” –le siguió inquiriendo.
−“Sí, la hay. Mira, Olivia, es esa cruz horizontal. Va con las alas desplegadas volando de norte a sur de la vía láctea. La cabeza es Albireo. La constelación es conocida también como la cruz del norte.”
   Olivia se sintió transportada al pasado, a la vidriera de Hunter’s Arrows. Años después volvía a ver un cisne en su nueva casa, pero a este no lo iba a disparar ningún cazador. Planeaba salvaje, seguramente como ella había volado por la existencia. Emocionada, supo que la vida era vuelo, y ella, de norte a sur, la había vivido también con las alas desplegadas. Sintió que pasado y presente eran uno y que un día, quizá, se encontraría dispuesta a hacer las paces con su hermano. Pero todavía no. Entretanto aquel Cygnus lo tomó por otro tipo de augurio.
−“Este cisne me está anunciando que Paul se curará. Su amaurosis será tan fugaz como su vuelo.”
   A lo que todos los que estábamos con ella rompimos a llorar. Y en esas nos encontramos con Nigel. Venía con Shirley.
   Nigel… Desde la misma noche del 2 de julio había venido a departir un rato con nosotros en la hoguera. Era un caballero con la mente remota, pero constante. Le había emocionado que le robáramos el Ford y el mismo día se lo devolviéramos, y era conmigo, más que vecino, un amigo de verdad. Desde que la conoció en el hospital, había estimado mucho a Lucy y se preocupaba por cómo le fuera su segundo embarazo. Gran amigo de Luke también, lo apreciaba por su fértil imaginación y su capacidad de memorización, y cuándo Lucy le resumió cómo había ido surgiendo la idea del Tres, lo vio hijodalgo que se sabe sacrificar para alcanzar una felicidad enorme que sabía repartir con los que quería. Notaba que algo le ocurría con Miguel y éste siempre le respondía algo así como que confiaba en mí, que la señora Oakes le aseguraba “Nike sabrá hacerle justicia”. Se entendió bien desde el primer momento con John y conversaban a menudo de asuntos estelares u otros temas mistéricos. Departía emocionado con Bruce y le aseguraba que, sin conocerlo, había oído estremecido de su infarto y se alegraba de su recuperación. Con la señora Oakes charlaba cada día, oyéndola con placer hablar de los motivos de Verôme o de cualquier cosa que quisiera contarle. Y en verdad quiso a Olivia, a la que conocía de sus visitas diarias al hospital. Y la quiso mucho más esa noche del 11 de julio. Estaba llegando cuando la vio emocionarse por el cisne.
   Shirley Matts tenía una aureola de candidez no exenta de aguda penetración de las cosas. Eran, Shirley y Nigel, una combinación perfecta de entendimiento y mutuo amor fecundo. Venía con el moreno cabello suelto y un vestido rojo ajustado que armonizaba bien con su sonrisa y su imperceptible pero incipiente embarazo.
   Deduje que su marido le había explicado lo suficiente de mí, porque de repente dijo:
−“No le llamaré Nicholas. Sé que prefiere que le llamen Nike. Y así, fíjese, mi marido y usted casi tienen el mismo nombre.”
   Acababan de cenar. Todos tenían con nosotros la misma delicadeza. Ella venía con Telemachus en los brazos y pasamos la velada hablando de gatos. Cuando le pregunté cómo iban a llamar a su hijo, me respondió también como lo haríamos nosotros, la niña o la mujer primero.
−“Si es niña le llamaremos Melissa, que quiere decir abeja de la miel; si es niño, será Peter, que viene de San Pedro, roca. Nombres naturales: o una voladora meliflua o una piedra que nos sostenga. Ya sé que en unos días conoceré a Kirsten o Bruce. Un día podrían jugar juntos. Pero si son estrellas, mi marido me ha dicho que si es niña, la llamarán Elased. ¿Y si es niño?”
−“Hemos pensado que lo llamaríamos Ras Elased Australis, por su nombre completo.” –le aclaró Luke


 
   Verano del año 30. Veladas de luces de hogueras y bombillas estelares. Shirley venía ocasionalmente, una vez al mes, o menos, según avanzaba su embarazo, pero Nigel acudía cada noche un rato después de cenar. Aquel fue también el verano del ajedrez, y Telemachus maullaba especialmente si se movía la reina blanca, celoso de su majestuoso movimiento por el tablero.


 
   La noche del 13 de julio no fue del todo cálida, pero la voz de Nigel nos abrigaba con su calor simbólico. Estaba sentado junto a él cuando volvió la vista hacia mí y me dijo:
−“Supongo, Nike, que ya habrás caído en algo tan simple: vuestras tiendas están ordenadas según el orden de los cielos.”
−“No, no he reparado en nada, ¿a qué te refieres?”
−“Es muy evidente, Nike, pero te lo explicaré. Ponte en una de esas noches de comienzos de primavera en que se ven todas. Tras el crepúsculo, se ve en el este irrumpir al Tauro, y la tienda, o la estrella más occidental de todas las vuestras es Bruce-Aldebarán. Tú surgiste como lucero del tiempo que estuviste en su tienda. Muy cercana, la tienda más sureña, Géminis alzado en los hombros de Orión el cazador y Miguel-Cástor y John-Pólux, juntos y  brillantes. Y aunque ya no se usa, ahí sigue la que fue tu tienda, imperceptible ahora, como Cáncer, también tu horóscopo. Y si seguimos el orden de las tiendas y de los cielos, viene a continuación la morada de los leones, ya todos juntos, con Lucy-Algieba, Luke-Denébola y ahora también Nike-Zosma y por supuesto Paul-Régulo y dentro de poco Kirsten-Elased o Bruce-Ras Elased Australis, los cinco al fin. Muy cerca, por supuesto, la abuela, y en su mansión Virgo iluminada por Olivia-Espiga. Un hueco donde debe de estar Libra, pues todos sois equilibrio y la última en salir esas noches, la que es la primera, la señora Oakes-Antares, el Escorpión que ahora podemos contemplar.”
   Hacía un año que éramos dueños de estrellas, pero con Nigel las hogueras se volvían simbólicas y nos colocaba a cada uno en nuestro lugar. Magia y orden celeste para ocho acólitos del nuevo sacerdote.
   Pero aún tendría algo que añadir dos noches después, el día 15. Le recordé la conversación del orden de los cielos en las tiendas y me dijo:
−“He estado pensando en algo más. Supongo que aunque ahora no se vea, tendrás presente el dibujo de Leo –se lo confirmé-. Bien, primero recordarte lo que te dijo Luke un día. Imagínate su trazado sin Zosma. Es, en verdad, un número dos invertido que mira a poniente. La constelación no tiene sentido sin ti. Mírala de esta manera. Para que Denébola y Algieba se encuentren, han de pasar por Régulo, y así ha pasado que Lucy y Luke han tenido a Paul. Y si sigues las líneas, Zosma y Algieba desembocan en Elased: Lucy y tú. Pero puedes trazar otra línea de tres y en realidad Denébola, Zosma y Algieba, Luke, tú y Lucy desembocáis en Ras Elased Australis.”
   El corazón me dio un vuelco al pensar que mi vida estaba escrita en los cielos. Al menos para Nigel. Le di las gracias por sus símbolos desde lo más profundo.


 
   Verano calentado por luces de símbolos, más que por ascuas, sortilegio y bienaventuranzas. Desde entonces, Nigel fue tan constante en las hogueras como las pilas de leña previas. Año 30 de nuevos basiliscos preparados para morder junto al río. El día 27, Nike recordó la mordedura que le había cambiado la vida y fue esa noche cuando Nigel le enseñó a jugar al ajedrez, pero en un jaque mate no le iba la vida. Tardó seis meses en conseguir ganarle. Pero no así Olivia, que aprendió en su adolescencia, y que se mostraba, tantos años sin ese placer, una excelente jugadora. El 30 Nigel estuvo con ellos celebrando el cumpleaños de los Tres, y Nike aprendió, como otro regalo, la palabra almucantarates, y supo que eran los círculos menores paralelos al horizonte del lugar. Recordaba cómo hacía un año había sido mordido otra vez por el amor y la sorpresa, que todo había ido surgiendo de enamorarse de Luke. Éste hacía el amor con él apasionadamente, memorizando el cuerpo de Nike por si un día lo perdía y el otrora Mendigo Rey lo notaba y pensó equivocadamente que Luke pudiera tener miedo del Vaticinio y no sabía que en realidad temía que le llegara un día la incomprensión, cuando su amor era sincero. El 2 de agosto Lucy radiaba en la hoguera más hermosa que nunca, cercana ya a un segundo parto, recordando que hacía un año había sido alcanzada de nuevo y desde entonces había sangrado de amor por Nike.
   Las mañanas en la Thuban fueron otro aprendizaje sin colmillos. Richard, Luke y Nike bromeaban a solas o con los otros camareros Oliver y Regina. A comienzos de agosto, Walter Hope estuvo de vacaciones y las jornadas comenzaron a ser más llevaderas sin él. Samuel hablaba poco, a veces comentando que Nike había cambiado de trabajo, pero no de lugar, pero que él dentro de un mes ya no estaría allí. La que sería presidenta se pasaba por el bar todos los días, y aunque le costara bromear con Luke, es cierto que cada vez le era más fácil intimar con él.
   Por lo demás, Nike se fijó mentalmente el cuatro de octubre, cuando llevara un año en la calle, como límite para desfacer el entuerto entre Miguel y Luke. No podía sufrir ver distantes a quienes tanto se quisieron y mucho menos saber que en esa separación él tenía algo que ver. Pero los olvidó momentáneamente la noche del 3 de agosto. Hacía un año que el Mendigo Luminoso les había repartido estrellas. Ese año la misma noche también había de ser de regalos. Nigel hablaba con la señora Oakes de los motivos de Verôme. Y todos se unieron a ellos.


 
−“Yo creo que anoche me volví loco –le decía Nigel a la señora Oakes-. Todavía sé muy poco de todo esto, pero hablando con Shirley después de cenar… bueno, llegué a otra interpretación de vuestros motivos de Verôme. No me extraña que me cuentes que muchas personas se han sentido, digamos, invocadas, a esas palabras. Yo creo que son las sefirot.”
−“¿Las sefirot? –preguntó esta-. ¿Qué son?”
−“Es el plural de sefirá, en la Cábala.”
−“¿La Cábala? –pregunté-. ¿De qué estás hablando, Nigel?
−“La Cábala es una escuela de interpretación esotérica de la Torá judía. Se busca un sentido oculto de los mensajes de la Biblia.”
−“Mi padre me habló alguna vez de la Cábala –intervino Luke-, pero había sido sacerdote católico y no lo creía mucho.”
−“No había pasado entonces del macroposopos al microposopos.”
−“Nigel –rió Lucy-, somos personas sencillas. ¿Hasta dónde crees que podemos abarcar?”
−“Rostro mayor y rostro menor respectivamente, en griego. Mirad, el macroposopos es lo potencial y el microposopos es lo actual. Se pasa de lo que puede ser a lo que ahora es. Entre los dos está situado Tehom, el abismo. Pero dejemos esto. Yo quería hablaros de las sefirot y vuestros motivos de Verôme. Las sefirot, numeraciones, las diez emanaciones de Dios a través de las cuales se creó el mundo.”
−“Veamos.” –repuso John, bastante interesado.
−“Veamos –siguió diciendo Nigel. Era de estimar que lejos de considerarnos analfabetos, como tantos otros, nos creyera capaces de comprenderlo-. La primera sefirá es Kéter, la Corona, la inteligencia oculta, la luz que da el poder de comprensión del primer principio, que no tiene comienzo. Para vosotros no hay poder de comprensión sin pasar por la Penumbra, o la creadora Libertad, de la que surge todo. Y eres tú, señora Oakes, la primera emanación tras la cual han llegado los demás. La segunda es Jojmá, la Sabiduría. Vaya, vaya, parece que vuestro tercer motivo de Verôme se adelanta. Es la inteligencia iluminadora. Pero ¿hay algo que resplandezca tanto en el aprendizaje como el Horror? Incluso el Hambre es buena maestra.”
−“O sea, que si te voy siguiendo bien, mi vida se iluminó cuando conocí a Olivia.” –lo interrumpió la señora Oakes.
−“Así es –le sonrió-. En tercer lugar viene Biná, el Entendimiento. Bueno, ahí llega al fin vuestra Sabiduría. Crea la fe, y quizá ésta no llegue sin Frío. Entre sus títulos, se la conoce también como Aima, madre fértil brillante. Y esa eres tú, sin duda, Lucy. La cuarta es Jesed, la Misericordia. Yo la llamaría Dignidad. Pero lo mejor de vosotros es que me habéis enseñado la otra faz: es digno quien está rodeado de Escasez. De ella emanan las virtudes espirituales. No es de extrañar que de ella emerja el “mendigo rico”, Bruce – lo miró sonriente.”
−“Me haces sentir importante, Nigel. Ahora tendré que aprender la palabra Jesed. No valgo mucho, pero gracias.”
−“La quinta es Gevurá, la Valentía. Esto ya anuncia vuestro motivo de Verôme: Grandeza, pero vosotros habéis hallado su opuesto y no hay Grandeza sin Tentación. ¿Estás de acuerdo, Miguel?”
−“Desde luego mi camino está compuesto de ambas y quizá también de su doble faz –añadió mirando a Luke-: la Traición.”
−“La sexta es Tiferet, la Belleza. Siempre has tenido razón, señora Oakes al pensar que el sexto y el séptimo signo son intercambiables, por tanto ahora le toca a Luke. Es la inteligencia mediadora y es una visión de la armonía de las cosas. Es también un dios sacrificado. La armonía surge de mezclar la Belleza de las emanaciones de Dios, con la Suciedad con que la manchan los hombres. Pero ambas son necesarias.”
−“A continuación viene Netsaj, la Eternidad, y fijaos lo que se dice de ella: es la inteligencia oculta porque es el esplendor refulgente de las virtudes intelectuales. Está claro, ¿no?: La Claridad, que si se oculta se transforma en Exclusión. Esas virtudes intelectuales están presentes sobradamente en ti, John.”
−“Gracias por este regalo, Nigel. Te respondería como Bruce. Eres generoso: ahora tendré que aprender la palabra Netsaj.”
−“Vuestros motivos de Verôme se agotan, pero no las sefirot. Luego veremos que se puede hacer. Al fin llegamos a Nike: Hod, la Majestuosidad. ¿No es la Conmoción? Pero nada indica en las sefirot que su opuesto sea la Vergüenza, pues Nike no la ha conocido. Mas vuestras palabras re-interpretan el mundo.”
−“He aquí que vuestros motivos de Verôme concluyen. Pero las sefirot son diez. Algunos empiezas de nuevo con la Dáat, la undécima, podríamos decir. Siempre has creído, señora Oakes, que los motivos de Verôme eran once, pero has creído en más cosas. Desde que lo conociste, intuiste que Nike es capaz de ver lo que a ti te falta –me sobresalté. Por entonces ya le había contado toda mi historia hasta el 2 de julio, que lo conocí. Se volvió hacia mí-: retrocedamos, Nike, a la mañana del 20 de noviembre. Habías dormido con tu marido por primera vez e ibas a pasar la primera noche de amor con tu mujer ese día y plantar la semilla de vuestro segundo hijo, y te dirigías al funeral de Norman Wrathfall. Hablasteis los Tres un rato y te pusiste en marcha. Y me lo referiste así: “hablamos algo más en esa mañana iluminada de amor y creación. Pero en medio de ellos aguardaba la muerte como congoja”. Ahí tienes, señora Oakes, en las palabras de Nike, los tres motivos de Verôme que te faltan: Amor, Muerte y Creación. Has supuesto que hay un don que está en todos, que de todos ellos nace y que puede ser el noveno signo: Reconocimiento de la Aceptación o Amor. Veámoslo con las sefirot. Novena es Yesod, el Fundamento. Es la inteligencia pura. Corrige el diseño de las representaciones de las emanaciones, o sea está en todas y como vuestro Universo también se rectifica. Décima es Maljut, el Reino. Todo se ha cumplido, es decir, la Muerte. Y al fin viene, para muchos, Dáat, el Conocimiento, porque la muerte no es el fin de todo. Quizá en los tres signos que te faltaban sea posible crear. Es confianza en el futuro. Ya no se trata de recrear; ya puedes crear. Once al fin.”
−“Eres extraordinario, Nigel. Sí, creo que toda la vida he estado viendo, sin conocerlas, las primeras sefirot. Y ya no me voy a morir, gracias a ti, sin saber las tres últimas. Intuí al conocer a Nike, que con él aprendería el nombre de las que me faltaban. Y me gusta también saber que no estoy loca: motivos de Verôme o sefirot. Muchos los hemos sentido.”


 
    Fue un verano de espejos brillantes, luces claras y rayos ornamentales, pero los árboles no eran lupas y los días pasaban sin quemar. Sólo hubo un día de verdadero estío esos meses. Fue otra vez el 6 de agosto. Luke y Nike habían intuido que sería de nuevo el mismo día y desde hacía muchas jornadas pasaban hambre por no dejar a Lucy sola. Esta vez sí estuvo James allí, pues una vez aparcados los estudios, quiso venir cada día esperando el segundo advenimiento, que no quería perderse. Nike recordaba que había estado presente en el primer parto, sabiendo que se jugaba algo, ignorante de que estaba viendo nacer a su hijo. Lucy quería también parir en la calle y, por si acaso, Nigel Matts, ahora sí, de vacaciones, también estuvo presente con la promesa de llevar a Lucy al hospital si realmente lo necesitaba. Estuvo allí y vio nacer al segundo hijo de su estimado Tres.
   A la misma hora que un año antes, Lucy dio un grito y a la tienda acudieron su madre y la señora Oakes, y entraron también Luke y Nike, mientras los demás aguardaban nerviosos afuera. Los padres no sabían qué hacer, pero fueron testigos del segundo prodigio. Ya se veía la cabeza y sin notarlo comenzaron a llorar estremecidos. Al saber quién había llegado, Nike salió y anunció a todos, como Luke, un año atrás:
−“Ha venido Kirsten.”
   Y Bruce, lejos de apenarse por no haber llegado su copia, abrazó intensamente a Nike. Éste volvió a la tienda justo para notar cómo Olivia sostenía a la emperatriz realmente bañada en lágrimas. Se reencontraba al fin con Kirsten tantos años después. Pero no olvidó a Paul, que también se hallaba en la tienda, en los brazos de Luke. Y Olivia consiguió que le tirase besitos a su hermana.
−“Mírala, Paul, sé que os vais a querer mucho.”
  Nunca había dado un beso de amor tan fuerte como el que le dio Nike a Luke en ese instante.
−“Mira a tu hija, amor mío. Tu voluntad ha hecho que ya seamos cinco. Y nuestra emperatriz ha surgido de tu belleza.”
   Lucy sonreía de felicidad viendo cómo se amaban los dos hombres de su vida. Sabía que le quedaba por recorrer con ellos todo el camino.
   Ese día Luke y Miguel hicieron una tregua, y al sostener a Kirsten, el segundo dijo:
−“Felicidades, Luke. Que la vida os colme de felicidad. Os la merecéis.”
−“Gracias, Miguel. Así será, gracias a la belleza que nos aportan también todos nuestros compañeros.”
   Al día siguiente volverían a estar distantes, pero el 6 de agosto no hubo balas errantes y entre los dos compañeros sólo aletearon luciérnagas.


 
−He aquí al fin a toda mi familia: Lucy, mi mujer; Luke, mi marido; y mis dos hijos, Paul y Kirsten. Imposible describiros qué palabras o lágrimas le dedicaron Samuel, Anne-Marie y tu primo Rich, Protch, a la emperatriz.
−El pequeño rey, la emperatriz… serás abuelo sin haber tenido hijos –me dijo Protch-. Cómo me gustaría conocerlos, darles besos y abrazos, quererlos, educarlos, reír o llorar con ellos.
−Ser dos abuelos más y conocer a tus parejas, Nike. Te queremos tanto como a un hijo. Déjame llorar –concluyó Maudie.
−Los conoceréis, os lo prometo. Igual que los conoció su tío Gerald. El mismo 6 de agosto, entre lágrimas y regocijos, vino de repente Olivia a hablar conmigo y me dijo que su hermano también había llorado a Kirsten y era hora de que la reencontrara, que se alegraba de que Lucy, Luke y yo estuviéramos en contacto con él. Y el 7 de agosto la conoció. Me enterneció su mirada lacrimosa y cómo la abrazó. “Te vuelvo a ver, Kirsten, en una nueva forma. Dando tumbos, la vida ha sido generosa conmigo al final. Yo te ayudaré a caminar, emperatriz. Tu tío Gerald te ha de respetar en cualquier camino que elijas en la vida”. Así que claro que podéis ser sus abuelos, queridos Protch. Pronto los conoceréis.


 
−“Ven, Nike. Ya llegamos al fin –habíamos subido a la Colina de los Caballeros y nos hallábamos Luke y yo junto a aquel olmo estremecedor-. Añade tu nombre.”
   Pinté mi nombre en aquel corazón donde otrora había leído Lucy y Luke. En la parte de abajo escribí un sencillo Nike, uní las tres líneas y dibujé otra flecha: Kirsten Prancitt- Rivers. Esta vez fue más fácil inscribirla con los apellidos de su hermano. Pero allí en la Colina de los Caballeros, podéis ver los cinco nombres y en días de calor veréis en la colina brillar, adornos regios, los rayos de oro esmaltados para una emperatriz entre los olmos.

3 comentarios:

  1. Siguen creciendo los lazos amistosos con Richard, Nigel y Shirley (por parte de todos) y con Gerard por parte de Nike y del Tres especialmente. James termina en la universidad. El 11 de Julio, Nike empieza a trabajar con Richard y Luke.
    Una noche, Nigel les habla de los sefirots y los relaciona con cada uno de ellos y con la colocación de las tiendas en el campamento, algo de lo que ni el mismo Nike se había percatado…
    A la misma hora que un año antes, Lucy da a luz a Kirsten, la emperatriz… Nike y Luke vuelven al olmo donde Lucy grabó su nombre y Nike talla en el tronco el nombre de su hija. .
    Inor

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  2. La vida se vive y no se define. Y vida es lo que se lee en este capítulo, es lo que va sucediendo paso a paso a los protagonistas, relatar el transitar del tiempo nunca fue fácil, darle matices, buscar relaciones y revestirlas en una temporalidad de sucesos sin por ello alejarse del lirismo, no es una tarea baladí, y mas si lo que se quiere conseguir es narrar y no un mero resumen de circunstancias; narrativa que es ampliamente cumplida en el capítulo, que muestra el devenir de los personajes en diferentes escenas cotidianas enlazadas en el discurso.

    Así de estas escenas mencionar el acercamiento de la familia de cuatro a Gerald Rivers, tío de Lucy, en la que destaca un emotivo preciosismo, anticipo del momento de ternura que al final del capítulo se produce justamente por su repetición, "Paul...le tiraba besitos con la mano". Festejar el término de la universidad de James Prancitt. Deneb la estrella de Richard, emociona a Olivia el recordar la vidriera de Hunter’s Arrows, esta visita de la memoria al presente conmueve al acercamiento a su hermano y la necesaria creencia de que Paul se curará. Luke y Nike pactan llamarse compañero en público, la prudencia hace evitar el "amor mío".

    Nigel se va afianzando mas entre los mendigos, ya es mas que un vecino, se muestra comprensivo, perspicaz, solicito, hermanado en inquietudes, la comunión con los mendigos se va forjando, también su mujer corresponde en esos afectos mutuos, Shirley Matts intuitiva y sensible sabe acercarse a la vecindad del Arrabal. Con Nigel además llegó la sabiduría del simbolismo, la magia y el orden celeste, y una nueva liturgia impartida en las hogueras para los ocho feligreses de este nuevo oficiante. Así, iluminó a Nike sobre el equilibrio que corresponde a la posición de cada tienda con el Mapa celeste, explicándole además su necesaria pertenencia en el dibujo de Leo, cuyas intersecciones son un necesario concurso para configurar la constelación de los cinco.

    Hay que reconocer el cultismo del autor, que por momentos llega a erudición, en la creación de simbolismos y sus correspondencias, a través de Nigel, se nos plasma la similitud entre los motivos de Verôme y las Sefirot, recordemos la frase "hablamos algo más en esa mañana iluminada de amor y creación. Pero en medio de ellos aguardaba la muerte como congoja", que amplia a once los motivos de Verôme (Amor, Muerte y Creacion), en su discurso Nigel da explicación a las similitudes de cada mendigo, sus motivos, y al cabalismo Sefirot. La Sra. Oakes encomia los conocimientos de un sabio, docto, y pensador Nigel, su igual en estas ciencias. Otra vez volvemos a ser sorprendidos en la docencia que el autor imparte en el relato, se le nota cómodo, entregado en el discurso, lo que da un resultado ameno e interesante, una carga de simbolismo que como piezas de un puzzle el lector va colocando a medida de su lectura, formando un mosaico cuya imagen escondida al final se revela y queda fijada en la retina comprensiva del leyente. Otro bravo para el autor y su docta e impagable generosidad.

    El corazón se inquieta, no olvida que un sentimiento antiguo forja nuevos sentimientos, porque fuiste y serás Elased y ahora también Kirsten, y ataras corazones con lazos de alegría infinita, cuando se te conoce nadie se siente extranjero, ninguna puerta esta cerrada, solo hay un deseo: que no se pierda nunca esta felicidad de haber encontrado lo único en este juego de lo diverso.

    Y Kirsten llegó, sí, porque fue Kirsten, y trajo felicidad, alegría y besos, besos entre los mendigos y grandes besos de sus padres cuyos corazones parecían romperse de orgullo, hasta trajo tregua en el resquemor entre Miguel y Luke. Y al final, de las tres raíces, había crecido un tronco, recio de amor, al que le nacieron dos ramas, y estas darán su provecho, el fruto de la tierra que transita ya por la savia de la vida hacia sus dos ramificaciones en busca del cielo y del futuro.

    "Paul...le tiraba besitos con la mano".

    Pol

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