CAPÍTULO LIII: URGENCIA



   El otoño del año 35 fue un charco de lágrimas y una reguera de temores. No era fácil pasar por alto un vaticinio cuando la amenaza se vuelve peligro físico inminente. En una fría sala de espera, Lucy se mostraba al fin llena de aprensiones pero se mantenía impertérrita en su esperanza de que, una vez que algo había ocurrido, no se pasara a considerar eventualidades más espantosas, y seguía manteniendo su fe en que su marido sobreviviría. Mas le era difícil hallar las palabras con que convencer a Nike, que lloraba desconsolado.

   Los médicos les habían explicado la situación con claridad.  Luke estaba lleno de dolor pero todo el tiempo consciente y después de alguna prueba, les explicaron lo que ya sospechaban: la paliza le había destrozado ambos riñones y debían hacerle una nefrectomía, extirparle el riñón izquierdo, ahora completamente inútil y que de no ser extraído podía interesar otros órganos vitales. Estaba en quirófano y todos aguardaban inquietos y sin saber de qué hablar. La operación, les habían dicho, podía durar varias horas. Herbert Protch estaba ahí mientras Maude cuidaba de los niños y quería convencerlos de que se quedaran a dormir en Deanforest. Lucy y Nike iban a seguir allí, aunque ella intentaba persuadir a su marido de que uno de ellos debía encargarse de cuidar a Paul y Kirsten y de que posiblemente no les dejarían a los dos pasar la noche en el hospital con Luke. Pero Nike decía que ocuparía las horas a ratos mendigando por las afueras del Philip Rage, a ratos esperando a que Lucy saliera a la puerta y le explicara cómo iban las cosas. Nigel les decía que los llevaría en coche a Deanforest en varios viajes, pero Miguel, que aún no había pisado el hogar de los Protch, había convencido a John de que pasaran la noche en la “casa”. Esos días los demás al menos no tendrían que mendigar. Herbert y Maude les darían de comer. Pero todos estos planes eran para después. Primero era necesario esperar a ver cómo resultaba la operación.
   Al final fueron más de tres horas pero al fin salió. Había ido bien y ahora iba a recibir hemodiálisis, pero los médicos hablaron de que el riñón derecho también estaba en condiciones lamentables y que podría  ser necesario un trasplante. Convencidos de que ya era inútil permanecer esa noche en el Philip Rage, Miguel y John se fueron a la “casa” de Henry Shaw y Nigel se llevó en un solo viaje a la señora Oakes, Olivia, Bruce y Herbert Protch. Nike pasó la noche despierto mendigando en la puerta con buena fortuna, pues los enfermos y los familiares repartían algo más que las buenas noches. Lucy salía cada hora en punto y pasaba cinco minutos informando a Nike, pero Luke siguió dormido hasta la amanecida. Mas al fin despertó. Al abrir los ojos, se encontró con la mirada dulce de la mujer de su vida.
─“Todavía puedo verte, mi amor –habló entrecortado, pero seguro- , para despedirme de ti.”
─“No hables así, Luke. Nada te va a pasar. De momento la operación ha sido un éxito.”
─“¿Cómo están los niños?” –no tenía ganas de discutir y cambió de tema.
─“Perfectamente cuidados en Deanforest.  Maude se quedó allí y ahora está con ellos mi madre. Aún no saben nada. Mañana les diremos que papá Luke está malito del estómago y que debe pasar unos días en el hospital. En principio no los vamos a traer.”
─“Me gustaría verlos por última vez antes de irme.”
─“No te vas a ir a ningún sitio.”
─“Veo que aún tienes fe. Otra pregunta: ¿qué se sabe de mi hermano?”
─“He telefoneado a Jairo Yucuaiquín, pero no ha cogido el teléfono. Tal vez no estén en San Pedro Nonualco. Sabes que se mueven por muchos sitios de El Salvador donde hace falta una mano. Quizá sea bueno que James no sepa nada.”
─“¿Y Nike?”
─“Está limosneando en la escalera de la entrada de este edificio. A cada hora lo informo. Dentro de diez minutos le diré que has despertado. Luego cambiaremos turno, yo limosnearé y él vendrá a verte. Esta noche no ha dormido. Yo apenas he dado alguna cabezada.”
─“Lucy, dime la verdad, ¿qué han dicho los médicos?”
─“Sabes que te han hecho una nefrectomía. Dicen que ha ido todo perfectamente. Ahora tienen que asegurarse de que con el riñón derecho puedas vivir. Tal vez necesites un trasplante, pero aún no nos han dado seguridad.  De momento te han puesto diálisis. Hay que esperar, Luke. Pero la primera prueba la has superado bien.”
─“Mi paracaídas está a punto de estrellarse.” –sonrió lúgubre.
─“No siempre  la vida nos provee con un paracaídas de emergencia, pero la campana del tuyo se mantiene abierta. Debías pasar por este huracán, pero verás de nuevo la brisa peinando el Kilmourne.”
─“Al final mi pasado ha tomado venganza. Tenía que ser Bart. La sangre…”
─“Nunca hablaré con él. Renuncio a conocerlo. Nada me une a ese desalmado. Quede para siempre en su país de ruinas, que yo no voy a entrar.”
─“Estoy recordando la noche que me enamoré de ti. En el Puente Wrathfall, a dos pasos de aquí. Había pocos astros pero vimos un par de estrellas fugaces. Ahora te puedo decir que yo pedí una familia y el deseo se me concedió. Moriré, si he de morir, enamorado de ti, dos hijos, un marido, una madre política, nuestros compañeros,  mi hermano y su mujer… tanta sangre amada. Y te amo. No sé si son mis últimas horas, pero por si acaso, déjame recordarte lo esencial. Me vaya cuando me vaya, me he de ir con tu nombre en mi corazón.”
─“Tu nombre sigue en el mío y no hay razón para que se borre. A la estrella fugaz yo pedí estar toda la vida contigo y los astros me lo han de conceder. No te voy a dejar que te vayas sin mí. Tantas vivencias y, créeme, no son ni la mitad. Hemos de seguir juntos muchos años. Pelea, sobrevive, nos quedan muchas limosnas. La vida nos las ha de dar si mantenemos abiertas las manos. Siempre seremos Tres. Voy a avisar a Nike.”
  Se lo encontró casi adormilado, pero al momento de entrar volvió a la consciencia. Lucy le había contado que al verla se había derrumbado. Y ahora unas lagrimillas fugaces se le escaparon inconscientes al volver a ver al otro gran amor de su vida.
─“No sé si esto es el fin, amor mío.”
   A Nike se le hincharon los ojos y lo azotaban los latidos, pero fue capaz de mantener la serenidad.
─“No hables así, Compañero. Sabes que nuestra mujer mantiene su fe y a ella me aferro. Nos hemos pasado años temiendo este momento, pero recuerda que Bruce sobrevivió y él también cree que seguirás su mismo destino y te recuperarás.”
─“¿Qué piensa la señora Oakes?”
─“No consigue ver nada, pero confía en Lucy.”
   Y no dijo nada más. Ciertamente no veía nada porque decía que no lograba vislumbrar lo que aconteciera cerca de su muerte. Ella pensaba que la tercera parte del Vaticinio sí se iba a cumplir, pero Nike no quería llenar el corazón de Luke de imágenes siniestras.
─“Por si ya no tengo otra posibilidad, Mendigo, recuerda que te amo. Tanto como aquel 4 de octubre del año 29 en que me enamoré de ti. En fin, ahora sólo puedo vivir de recuerdos.”
─“Sólo pienso en los días que me quedan para seguir aprendiendo de ti.”
─“No olvides, Nike, que sólo llegué a la calle once meses antes que tú. Ni siquiera doce. Ese año 29 me enamoré de Lucy, te conocí, nació nuestro hijo, te quedaste en la calle, formamos nuestro Tres y concebimos a nuestra hija. Un año lleno de riqueza y aprendizaje –y cambiando de tema-, ¿has dormido algo?”
─“No he podido dormir nada. Ni creo que Lucy pueda tampoco. Hemos hablado los dos. Dentro de unas horas estarás de nuevo con ella. Ahora cuidará a nuestros hijos. Después volverá, yo me acerco a Deanforest, juego con ellos un rato, los Protch me darán algo de comer, unas horas intentando dormir algo y vuelta al hospital. Esta noche la paso yo contigo y nuestra mujer hará lo que yo ayer y mendigará todo el tiempo, pero que yo le pueda informar y que ella permanezca cerca de ti.”
─“Recuerda lo que una vez te dije: “si un día ya no me ves, porque me haya ido a donde no puedas seguirme…”. Si algo pasa, cuida de Lucy, de Paul y de Kirsten.”
─“Tú me hablaste de la armonía del universo. Yo no sé en qué creer, pero si hay un gran arquitecto, no puede haberse tomado la molestia de construir en ti una mansión de sabiduría para derribarla enseguida y volverla un solar de ruinas.”
─“Los designios de Dios-Destino son inescrutables.”
─“Son inescrutables, pero a ti te dio la belleza. Y de ti aprendí que ésta es un vergel donde nosotros, los jardineros, debemos hallar las herramientas con que despojar de cardos a una rosa; un campo de trigo donde reunir una gavilla, mies que cosechar para donar a nuestra simiente; altar donde con deidad o sin deidad, santifiquemos las pequeñeces que nos construyen; y si la fealdad se hace viento, o lluvia que nos encharca, hemos de buscar el portal o el árbol que nos sirva de paraguas que evite las gotas; y si niebla, alejarnos de peligrosas paredes y buscar el centro de las aceras. La belleza es una recolección de imágenes y enseñanzas. Y todo este álbum de belleza se ha ido llenando con tus láminas.”
   Fueron días de ventisca en el corazón y escarcha en el alma, difíciles de bregar las calles y cosechar las dádivas. Sólo podían confiar en que Luke se recuperara y, olvidadas viejas oraciones, mendigaban al pecho misericordioso de Dios-Destino o a la armonía sempiterna de Diosa-Universo. Todos le hablaban de paz y belleza. La señora Oakes, por no evocar funestos augurios, le hablaba de Lucy y de Nike, de cómo había previsto que ella tendría un río de dicha cuando besara sin prejuicios a una cabeza calva que la necesitaba, de cómo con él había ganado el futuro entre pérdidas y sobresaltos. Olivia le contaba cómo Paul y Kirsten no paraban de preguntar por papá Luke y de que la abuela inútilmente intentaba apartar su pensamiento con juegos y cuentos pero ellos sólo querían besar a su padre y convertirlo en príncipe y volver con él al tiempo de nunca jamás. Bruce le hablaba de esperanza, recordándole que él ya había pasado por ese carrusel y se había bajado intacto. Miguel apuntaba que tras medio año sin hablarse habían renacido amigos como siempre fueron y renovaba su promesa de ir juntos un día a la calle. John le hablaba de constelaciones y paracaídas y juntaba Géminis y Leo bajo la misma campana.
   El matrimonio Protch alternaba el hospital con el cuidado de los niños pero repetían que con Luke les había nacido otro hijo y no lo descuidarían por nada. Nigel Matts le recordaba que lo había conocido allí mismo cuando la crisis de la vista de Paul y que el pequeño aún necesitaba ver el mundo por los ojos de su padre. Samuel todavía rememoraba aquella comida reveladora en la que Luke le había confesado tantas cosas y desde entonces le había gustado contarlo entre sus mejores amigos y venía a verlo cada día. Richard le refería lo mal que se arreglaban en el bar sin él, pero comentaba cómo ambos tenían una estrella de la cola, del Cisne o del León, y que él se podría sentir seguro pues la cabeza seguía dando brillo y marcando el camino. Anne-Marie no podía venir pues no sabía nada. Estaba con Brandon viajando por las ciudades más históricas de Europa.
   Y por allí pasaron también los Proscritos. Enoch había encontrado la calma precisamente mimetizándose con los problemas de los demás mendigos que acudían a Earthkings y aseguraba que no se volvería a permitir enamorarse. Vince tenía todos los visos de llegar a viejo con Katie Chamberlain. No parecía fácil que ella dejara de depender de las drogas, pero ya no delataba a nadie, y en él encontraba consuelo en sus frecuentes desmoronamientos. Él no la censuraba. Comprendía que su vida no era sencilla, que necesitaba la seguridad de sus besos y abrazos. A veces aún se culpaba de la muerte de Vera, por haberla introducido en la absenta. En esos momentos, su pareja le hablaba con más ternura y le recordaba lo mucho que ella y Vera se querían. Evelyn y Loraine apenas tenían crisis. Evelyn se había enamorado también y demostraban que, por muy en contra las apariencias, el amor puede surgir de cualquier barro y transformarse en estatua y juntas seguían caminando las calles en días de sol o jornadas nubladas y la vida era beso.
   Cuando la estela de un temor ya salpica tu orilla, puedes atreverte a saltar el puente que aún no habías experimentado. Y hablando con la señora Oakes, y sin que ella pudiera darle ninguna seguridad, osó hacerle caso en su consejo de, puesto que ella ya no podía ver nada, tranquilamente aspirar a descubrir el camino futuro del Mendigo-Árbol ahora sin ramas, y pues la desesperación ya lo poseía sin esperanzas, cuando ya todo está perdido, ver si en su alforja de necesidad aún quedaban viandas.
  Así que encontró un lugar tranquilo entre árboles lejos del aparcamiento y se puso a mirar. Y se halló con un pastor vestido de estrellas y se preguntó si era Dios-Destino y vio no sabía si era una constelación desconocida o un campo de trigo, pero en ambas había tres espigas, todas fértiles y erectas, de la misma edad y el mismo tono sano de recolección, abiertas al sol con alegría primaveral. Mas de repente se hizo de noche y una sombra de temor cubrió el paisaje campestre y el pastor regresaba con alguna ansia a lo que era un aprisco, como si hubiera dejado olvidada una tarea y con desgana sacó una vieja hoz y segó de un solo tajo las tres, que en la muerte estuvieron juntas como en la vida, se apiñaban y parecían besarse, y reconocieron a sus dos semillas de trigo, que se volverían a plantar para que así la cosecha fuera perenne en la era.
   La señora Oakes lo vio volver más esperanzado que temeroso y se acercó y le habló.
─“Ahora sí puedo leerte. Perdí las antiparras para ver lo futuro, pero tu rostro siempre es un espejo. Un campo de trigo y un segador. Sin duda has pensado en Olivia y sus espigas. Pronto tendrá que afrontar una gran pérdida, pero no creo que sea Luke. Ah –suspiró-, y ¿cómo interpretas que ese pastor estelar derribe a los tres con la misma guadaña?”
─“Eres increíble, compañera. No te he contado nada pero de mi mente has revelado toda la fotografía. En fin, tenías razón en que puedo ver, pero no sé si soy capaz de interpretar. Y, sin embargo, me siento tranquilizado, el corazón apaciguado y los pensamientos en calma. Yo creo que las espigas somos nosotros y que una noche un pastor nos ha de segar a la vez. Diría que moriremos los tres juntos. Nunca es grato sentir  de antemano la muerte, pero tiene un no sé qué de calmo pensar que ninguno ha de llorar a los otros dos. Si esto fuera así, Luke se salvará.”
─“Si Lucy tiene esa seguridad desde siempre y tú la mantienes ahora, ciertamente será así. Yo ya no veo nada. Habla con ella, cuéntale lo que has visto y su fe con tu fe lograrán de nuevo el milagro. Tu visión es coherente con lo que yo vi. Recuerda que notando un árbol en llamas, me llegaron estas palabras: “pero parece que no quiere arder. Se resiste con todas sus fuerzas.” Yo no lo observé consumirse.
   Pero Luke empeoraba. Según pasaban los días era más evidente que, aunque nunca perdió la consciencia, estaba cada vez más debilitado. Era necesario un trasplante o no podría superar los dos meses. Ya estaba en lista de espera, pero había otra posibilidad que los doctores contaron a Lucy.
─“Uno de nosotros podía donarle un riñón. Pero es necesario que coincida el grupo sanguíneo. Por desgracia yo no puedo. Él es A negativo y yo no. Pero si alguien coincide con él en el grupo, después debe hacerse la prueba de histocompatibilidad. Según me han contado y por lo que recuerdo de la larga explicación, tiene que ver con los tejidos.”
   Fueron entonces unánimes en que todos querían donarle un riñón. Nike sabía que era A negativo pero al final sus antígenos tisulares no fueron semejantes. Ninguno de los otros cinco fue capaz de superar la primera prueba. ¿Qué hacer? Lo intentó Samuel e incluso su hija Joan Weissmann, jefa de Luke, mas nada pudieron hacer. Richard Protch y Nigel Matts probaron fortuna también. Incluso estuvieron dispuestos Herbert y Maude, pero siempre la misma aciaga fortuna. Era urgente localizar a Rosa y a James. Quizá siendo hermanos, pensaron, fueran compatibles.
   Una mañana, tras darle el desayuno a los niños, Olivia acababa de entrar en el hospital cuando se dio de bruces con su hermano. Por educación le preguntó:
─“¿Te ocurre algo?”
─“Vengo por Luke, Olivia. Tu hija me ha explicado la situación y he venido a hacerme las pruebas. Paul y Kirsten no se pueden quedar sin uno de sus padres”
   ¡Qué extraño sentir una ráfaga de afecto cuando el peligro te hace recordar que por muy largo el olvido la misma sangre baña a tu adversario! Y con qué insólito cariño había pronunciado todos esos nombres.
─“Que tengas suerte entonces.” -le dijo sin marcada acritud.
   Varias horas después se lo encontró en la cafetería. Estaba solo en una mesa. Suspiró, llevó hacia allí su café y se sentó a su lado. Él tomaba cerveza. La miró como quien no puede creer que su hermana se siente junto a él.
─“Me voy a tomar este café contigo. Al fin y al cabo has venido con la intención de salvar a uno de mis yernos.”
─“Intención inútil. Sí poseo su grupo sanguíneo, pero no he superado la prueba de histocompatibilidad.”
─“Lo has intentado. Y te lo agradezco. No te prometo nada, pero podemos hablar. Lo que me ocurre es que tiemblo al recordar los días de Hunter’s Arrows. Te pareces demasiado a Kirsten. Para sobrevivir necesito alejarme de una infancia que evoco feliz y perdí para siempre. Y lamentablemente tú sigues anclado a aquel viejo álbum.”
─“Kirsten… Yo aún la sigo llorando. No te lo he podido contar nunca, pero su recuerdo todavía me persigue. Pero yo tuve que lamentar la pérdida de dos hermanas. Me quedé sin ti primero y nunca te recuperaré. Lo mismo si te pido perdón por enésima vez, te levantas y te vas.”
   Tenía miedo a que el dibujo claro de su hermana volviera a difuminase de un momento a otro. Pero ella seguía allí y su entereza parecía titubear.
─“Al menos te prometo oírte mientras me tomo este café. Hablar contigo es doloroso, pero alguna vez tenía que hacerlo.”
─“¿Sabes? Al final me alcanzó tu maldición. Nunca tuve una buena mujer ni buenos hijos. Sólo he sembrado incomprensión y recogido soledad. He ido por la vida dando tumbos.”
─“Encontrarás a alguien mejor que Katie Chamberlain.”
─“¿Sabes algo de mi historia?”
─“A duras penas la he ido siguiendo, sí.”
─“Ha habido alguna mujer más, pero a Katie la amaba con locura y supongo que lo que me pasó con ella ha endurecido mi corazón. Bueno, ya sabrás que estuve en la cárcel y que fue ella la que me denunció.”
─“Créeme que lo lamenté. Al menos que sepas que me he seguido interesando por ti. Conozco a Katie, pero apenas nos hablamos. Y más o menos he aprendido tu camino posterior y las demás mujeres que te han acompañado. Siento la maldición, Gerald. Eso sí te lo puedo decir. Hubo un tiempo en que anduve desesperada y habría necesitado unos brazos amigos que me levantaran. Pero ahora sí espero que la sonrisa del amor te regocije un día.”
─“Ya no lo necesito. Me sería más urgente recuperarte –y poniéndose de repente de rodillas ante el asombro de todo el bar, hizo un nuevo esfuerzo-. Olivia, lo siento. Fui un loco. Las palabras que te dije fueron fruto de un joven mal educado y canalla. Pero ya voy camino a la vejez y en mis últimos años te necesito. Afortunadamente, has tenido más familia que este corazón inconstante. ¿Has sido feliz en la vida? Respóndeme a eso tan solo.”
─“Levántate, Gerald. No quiero verte así.  Este café lo voy a terminar contigo y después seguiré más tiempo. No puedes vivir siempre sin que sepas que hace mucho que te he perdonado. Era necesario que alguna vez habláramos. ¿He sido feliz en la vida? Ni yo misma lo sé. Primero sobreviví, después saqué fuerzas de lo que más quiero en la vida: mi hija. Y al final han sido años encontrando más amores. Una compañera a la que siempre he querido como a una madre, nuevos compañeros con los que he ido creando un jardín de quereres, y entre ellos Luke y Nike, a los que sé que conoces. Y mis dos nietos, mares de mis ríos. Ellos sí son una familia. Y toda una buena camada surgió del lobo de mi marido. ¿Hablas con él?”
─“Menospreció a los Rivers muy pronto. Sólo venía a vernos para hablar de divorcio y cuando se lo concediste nunca más quiso saber de nosotros. Ahora si nos cruzamos, nos dirigimos educadamente la palabra, pero no dialogamos. Tuviste razón al separarte de él. Lleva un camino turbio. Mal rayo lo parta.”
─“Hace años que sé que conoces a Lucy y a mis nietos. Espero que sepas que nunca me he opuesto a que los conozcas.”
─“Eso siempre te lo he agradecido. Por Lucy además a menudo he sabido de ti. Y también conozco a Bruce, a Miguel y a John. Y más tarde a Nike y a Luke. Luke… Cuando las pruebas me dijeron que no podía donarle el riñón me derrumbé. Temí que igual me culparías. Haría lo que fuera por Lucy. La quiero tanto, Olivia.”
─“Lo sé. Me alegra saber que te ha acompañado. Y nunca te culparía de lo que no está en tu mano. No pienses eso de mí.”
─“Déjame hablarte de tus nietos. Paul es encantador y si puedo lo ayudaré un día a encontrar su camino. De momento vacila entre varias opciones, pero es muy pequeño. Llegará el momento en que ambos sepan quién es su padre y quién no y he de rebuscar palabras casi imposibles si un día necesitan el apoyo de su tío Gerald. Por ahora saben que me pueden hablar de su abuela, pero no a su abuela de mí. Y Kirsten… es el vivo retrato de nuestra hermana. Hasta me habla a menudo de los mismos temas: de atardeceres y mariposas y de la vida que surge en el río. Recuerda que ella estaba siempre interesada en los habitantes de la laguna, sobre todo después de que nos instalaran la vidriera. En fin… no te quiero hacer llorar. Con tu nieta veo otra vez a Kirsten, pero con un nuevo corazón. Igual de carismática pero menos vulnerable. Y Paul afortunadamente no se parece a mí y los nuevos Rivers se han deshelado y fluyen por Leo en las orillas de Elased y Régulo. Y en esa laguna la pescadora Algieba, tu hija, que sabrá llevarlos en su barca hasta una plácida ribera.”
   Laguna. Años de vida encharcada hasta que al final las aguas bullían. Doloroso o no, había de recuperar su sangre. No podían ser toda la vida juncos de orillas opuestas. Y de humedades estancadas, el río volvía a moverse, a reptar por paisajes aún incógnitos pero de rememorados cisnes y Olivia empezó a intuir que estaba en un sosegado puerto, un descanso en el recorrido turbulento de dos ríos que podían volver a navegar paralelos hasta el mar.
─“He oído hablar del vaticinio. Pero Lucy nunca ha creído en él. Y yo… no puedo más –y se resguardó en un llanto estremecido, como un niño abandonado-, temo que cuando pase esta crisis de Luke, no vuelvas a hablarme. Por Dios, cariño. Decide tú qué vas a hacer conmigo. Mi corazón no soportaría volver a perderte.”
─“Gerald –Olivia supo al fin que sólo un nuevo peso en el corazón podía equilibrar de una vez la balanza-, no nos alejaremos de nuevo. Dame un abrazo. Yo tampoco puedo más, pero por más que el viento me incline, al final me he de enderezar. Y cuando durante años nos han barridos a torres diversas, la veleta me dice que sólo hay un rumbo posible, que te quiero. Juntos acompañaremos a mi hija y mis nietos. Ahora lo que importa es Luke. Necesito que pase el tiempo. Al principio no conversaremos mucho. Pero por lo que los dos queremos a Lucy. Por Luke y por Nike. Y por el inmenso amor que ambos tenemos a Paul y a Kirsten. Abrázame.”
   Y al abrazarse Gerald supo al fin que su corazón, tanto tiempo vacío, volvía a rellenarse de sangres y que con todos los nervios erizados, sus latidos al fin marcaban el tic-tac de la calma.
─“Ven. Quiero que conozcas al fin a mi señora.”
   La señora Oakes los vio llegar de la mano y supo que ya no le faltaba nada, que podía dejar a su niña en el refugio reconquistado de su hermano.
─“Madeleine, te presento a mi hermano Gerald. Gerald, esta es la compañera de mi vida, mi querida Madeleine.”
─“Dejo ese nombre para ti, cariño. Encantado de conocerla al fin, señora Oakes. Cuántas cosas me ha contado de ti tu nieta. Quiero ser un amigo más. Pero no empiezo bien. No he podido salvar a Luke.”
   Pues el Mendigo-Árbol cada vez perdía más hojas y estaba más inclinado por los vientos. La medicina era sólo ciencia y no milagro y ya no sabía con qué apuntalar su tronco. Iba a ser imposible mantenerlo erguido mucho tiempo sin un injerto, sin un trasplante que no llegaba, pues no encontraban sembrador que aventara una semilla que hiciera brotar nuevo trigo entre las espigas balanceadas. El corazón habitaba en la misma era marchita y entre vientos tremebundos la vida se le escapaba.

4 comentarios:

  1. Otoño del año 35… Se sigue cumpliendo el viejo Vaticinio... Al menos yo, no me esperaba que fuera de esta manera. A medida que leo el capítulo intento estar con Lucy, que con fortaleza y cierto optimismo está segura de que, como Bruce, Luke también se salvará. La Sra. Oakes no consigue “ver” nada pero también confía en Lucy. Nike, igual.
    Dios-destino y Diosa-Universo…interceder por Luke…
    Los Protch –cuidando de los niños, Nigel, los Proscritos…todos quieren a Luke, todos lo visitan casi a diario.
    Una nueva visión de la Señora Oakes trae esperanza para Luke…y todos, en piña, se ofrecen para que así sea.
    Olivia y Gerald…nuevas perspectivas, nuevas situaciones, perdón, reconciliación.
    Y, por fin, se conocen la Sra. Oakes y Gerald, pero ¿Qué ocurrirá con Luke?
    Seguiremos leyendo…
    Inor

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  2. En efecto, he vuelto a leer...y la visión es de Nike, una bella visión de tres espigas que morirán juntas, que juntas serán segadas...pero queda tiempo para eso. Y esperanza para Luke aún...veremos en el próximo capítulo.
    Inor

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  4. Jo só l'esqueix d'un arbre, esponerós ahir... mes branques, una a una, va rompre la tempesta, i el llamp, fins a la terra, ma soca migpartí. (*)

    Y la interrogación que sube a cada garganta mirándose inquietos en la sala de espera, les desciende, vencida. La angustia de la expectación, el miedo que seca la boca y humedece las manos les mutila, preocupación es vibrato en el alma. Él aguardo acaba, la intranquilidad se convierte en inquietud por inquirir, pero no se escucha, solo se busca con los ojos un consuelo, el miedo otra vez, el miedo a decir, el miedo a escuchar, ese miedo que convierte las palabras esperadas en mudas y sordas resbalando en el aire.

    Aquel árbol lastrado por el temporal había sobrevivido a medias, parte de su savia fue destrozada y la otra corría el peligro de perderse. La primera respiración consciente, aturde, se busca, ¿estoy vivo?, y con las pocas fuerzas que encuentra, muda las palabras en congoja, en preocupación ajena, como si fueran las últimas que iba a pronunciar, busca consuelo y el consuelo se le da, el verbo se hace desesperanza, y aliento se le vuelve a dar, porque alivio busca y lo quiere encontrar en el amor, un amor que no puede resucitarle, ni verterse para vencer a lo imposible, la vida su rueda sigue girando. Amor que le mira y que lo ve del otro lado, tan preciado, tan suyo como el mismo y Lucy está ahí y ahí Nike también está. Las fuerzas suelen abandonar y ni un breve reposo logra que, teniendo tantas cosas que decir, encuentre la forma de decirlas.

    "...mis ojos y mis manos como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos...Porque soy como el árbol talado que retoño...(**)

    Todos, no faltó ninguno, de una forma u otra ayudaron esos días, se reorganizaron, se turnaron, fue un tiempo de solidaridad, afecto, amor al árbol de cepa medio partida que luchaba por rebrotar, pero las parcas pespuntaron sus agujas retejiendo cada punto, el tiempo apremiaba y había que encontrar la savia que faltaba. Se buscaba y todos se ofrecieron. Pero la esperanza se desvanecía en la oscuridad del futuro, buscando ventanas, ¡si alguna se abriera! ¿sería un consuelo?, ¿una respuesta?, quizás fuera mejor no encontrarla, no tener el temor de que esa respuesta pudiera dar luz a una nueva tiranía.

    Y no se habló de venganzas ni perdones, el olvido había sido la única venganza y el único perdón. Olivia en la caligrafía de sus recuerdos sabía también que las cosas que creía perdidas eran tanto más valiosas como las que tenía, por un momento el mundo cesó de girar, Gerard era su hermano, aquel a quien quería mantener en una esquina de su memoria. El tiempo se detiene y el extraño nexo del ayer relegado y el presente omitido se rompe, las palabras transportan recuerdos, historia, rencores que no fueron, olvidos que olvidar, llevan también promesas de futuro, explicaciones y razones, relatos y retratos de sus hijos (para Olivia ya eran tres), y de sus nietos, nombrándoles como sobrinos de Gerard, y el acercamiento se sella con un: "Ven. Quiero que conozcas al fin a mi señora", las dos vidas se abrazan, y las sangres se remansan en el encuentro. En ese nuevo amanecer, que estrenaban, adquiría su pleno triunfo y redención la hermandad conquistada.

    Hoy comento huérfano, sin el acento esdrújulo de un esquema, con la ausencia de esa perspectiva cuesta encontrar estímulo, pero lo intento: Es todo un continuo diálogo, perfecto, sentido, ajustado al momento, tras ese prisma de sentimientos al máximo, se desprende un realismo afectivo que no deja indiferente, una literatura, no de palabras, sino de almas que respiran sensaciones y reacciones tan humanas como puras. Quien haya vivido las circunstancias relatadas sabrá que son transcritas con total y asemejada verosimilitud.

    Pol

    (*)Yo soy el esqueje de un árbol, lozano ayer, mis ramas una a una rompió la tempestad, y el relámpago, hunde en la tierra, mi cepa medio rota. (Desolació - Joan Alcober poeta mallorquín)
    (**) Para la libertad - Miguel Hernández poeta - Orihuela-Alicante

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