CUARTA PARTE: EL SOL DE LA LUZ CAPÍTULO XXXVIII: LOS NOMBRES DADOS



Buuuuuuuuuum. El cuento de Luke terminó así, como un trueno, como una salva. Tardé en apercibirme de que realmente había concluido. Con la excusa del mendigo de los mil nombres, acababa de dar un repaso de mi vida reciente tan bello como armónico. Yo no habría sabido contarlo, dueño de mis propios hechos, como él lo contó. Para mí sería como desnudarme. En cambio, con su voz, sonaba como que no podía ser de otra forma, y calmaba. No pude menos que preguntarme cuánto tiempo le habría llevado componerlo, ¡cuánta belleza! ¡Cuánto esfuerzo! Su historia estaba destinada a acompañarme todo mi tiempo, cualquiera que fuese el sendero. Un inesperado regalo que la vida me hacía. No es de extrañar que se me haya grabado cada sílaba. Pero ¿cuál es tu opinión, Protch?

−¿Realmente debo decirla, Nike?
−No estás obligado. Pero te lo agradecería.
−Que Luke te quiere. Y que tenía mucho miedo…
−¡No sabes cómo deseo abrazarte! Te preguntarás si yo fui capaz de verlo. Un poco más de paciencia, querido amigo. Eso es lo que sigue.


    En mi honda preocupación, me puse a hablar con él.
−"¿Realmente has acabado, Luke?"  −dije con vehemencia.
−"Realmente, Nike."
−"Es lo más bello que he escuchado en mi vida, gracias."
−"Eso está bien. Pero sigo esperando tu crítica literaria."
−"¿De verdad crees que es necesaria? ¿No te basta con que te diga que lo llevaré siempre en mí como una prenda?"
−"Eso es hermoso. Y yo también sé decir gracias: ¡Gracias, Nike! Ciertamente lo merecías. No sólo de palabras duras vive el mendigo. A veces la Belleza es el fruto de la Conmoción y no al revés. Pero prueba, al menos."
−"No me sé expresar como tú, Compañero. Y me pierdo con las figuras literarias. Los nombres y esas cosas..."
−"Seguro que puedes. No lo has intentado de verdad."
−"Yo diría que tus palabras han sido consecuencia de un afecto tan grande que ha pasado por encima de muchas cosas, Luke. No puedo cambiar lo que siento, y menos ahora. Por eso lo que intento decir es que ese mendigo de la cuna dorada es bello... más bello de lo que yo pensaba, y por tu historia he aprendido, aunque no recuerdo mis palabras, pero te creo, que quizá nunca insultó a un mendigo. Creo, además, que toda esa información es fruto de lo que lo quiere su contador de historias, que es posible que en este momento esté a oscuras sobre las decisiones de su Mendigo Rey. Elegí la calle, Compañero. Espera un poco más y te lo cuento. Y con respecto a tu historia diré que empezó con belleza y con belleza terminó. Se ve claramente que quieres a todos tus personajes y hasta has dejado caer cosas que, como te dije, no podías sentir. Pero que son oro para mí, como toda tu fábula... Gracias por el esfuerzo. Debiste pasar días de no pensar en nada más y noches de insomnio para componerla y todo ese ardor no será en vano..."
−"Vas muy bien, Nike, y sobre todo tú al menos ya puedes sentir que estás limpio: nunca insultaste a un mendigo. Pero la crítica literaria sigue pendiente..."
−"Dame tiempo, Mendigo. Sabes que no soy muy ducho en estas cosas. A ver, tu cuento empieza con brumas, según tus propias palabras, pero no con demasiada niebla. Sobre esa parte de mi vida, cuando quieras te cuento lo que hubo, pero has sabido ver lo fundamental. Debes entender que he empezado a vivir ahora, como también has leído. Luego la historia crece y haces que tu Mendigo Rey parezca el héroe de tu fábula. Un breve intervalo para contar dos historias que fueron fundamentales en su trayectoria, y vuelves con él. Sabes todo lo que esconde, sus secretos más íntimos, y su camino abierto. Y en ambos territorios te manejas con soltura. Pareces quererlo mucho, y me quedo con eso. Sus once días, su exilio, y lo más hermoso: sus pasos en la calle y lo que provocó en ese mendigo al que llamas Mendigo Sucio o Mendigo-Árbol. Al final, pareces casi con miedo, y dejarte más tiempo en este silencio no es justo. Creo que antes que nada deberíamos hablar sobre qué decidí. Y con esta pobre crítica, Luke, tienes que conformarte. Nunca fui bueno en literatura."
−"Yo creo que no lo intentas de verdad, pero acepto tu palabra. Está bien, Nike. No quiero, ni puedo, seguir en esta incertidumbre. ¿Qué es lo que has decidido?"
   Temblaba. No podía disimular que tenía miedo de perderme.
−"Se me ofrecían cuatro decisiones, Luke. Dos de ellas las descarté pronto, pero estuvieron presentes y es razonable también que te las diga. Pensaba en el suicidio. Es justo que lo sepas. Fue una idea negra que no sabía descartar a pesar de mi promesa a tu Mendigo Luminoso. Pero recordaros, uno a uno, me dio la fuerza que buscaba. Iba a ser duro el porvenir, si lo había, y no obstante, aun así, tiraría para adelante. Rechazada esa funesta disposición del alma, tuve durante un segundo la tentación de regresar. A mi cuna de oro con sus peldaños y sus escalinatas. Pero el que ha vivido en su carne la belleza y el frío ya no sabe qué hacer con ese pasamanos y la idea no fue realmente tomada en consideración. O quizá lo que me sucedía era que no quería retornar. No había nada para mí en ese mundo. Me quedaban dos maneras de seguir en la calle. Alejarme de vosotros e irme a otra ciudad a mendigar, pero no pude con el gélido semblante que esta opción me presentaba. Así que al final se me ofrecía un único camino: afrontar la dureza de seguir aquí, con lo que se me figuraban dificultades, porque podían llegar, pero yo era ya parte de vuestro paisaje. Me he pasado dos semanas en la escasez y el hambre, mas al final elegí la Libertad, y afrontar lo que viniere, incluso un segundo exilio... o tu maldición."
−"No se maldice nunca a quién se quiere. Debiste haberlo visto, Nike, pero no es un reproche. A todos nos llega un día ese momento desesperado y basta con saber salir. Y si esa es tu decisión, empiezo a respirar. No quiero que te alejes de nosotros otra vez."
−"Gracias, Compañero. No sé si vendrá un tiempo de espinas, pero me quedo. La desesperación puede ser maestra, y sin embargo, también puede ser ejecutora. Hoy he conocido su cara de espanto, mas tu cuento me ha traído la calma. Permaneceré en este barro, venga lo que venga. Espero estar haciendo lo adecuado."
−"Siempre lo es lo que sale del corazón. Y debes entender que has llegado a una tierra bella pero dura, y que, sin embargo, tú mismo has elegido, y que siempre hallarás siete personas que te quieren, siete compañeros. Tomaste la decisión más difícil, pero la más correcta. Y no podía ser de otra forma."
−"Amén."


−Es la una, Protch. No quería dejarte con esta incertidumbre, pero debo irme. Me esperan.
−Sabes que no te retendré. Nos vemos mañana, entonces.
   Salí de nuevo por la puerta lateral y fui con aquéllos que me estaban aguardando.


   Sin duda, ese día Nike estuvo en Cáncer. Ciertamente, se retrasó entre recuerdos y verdades vestidas de fantasía, defendido, sin embargo, en la dureza de su caparazón.  Se había hablado de un pasado que no era tan obscuro, con la nueva luz con que lo habían iluminado, y que lo alimentó para seguir mucho tiempo en la calle, donde quería estar. Mendigo en la dureza o en la bonanza, comoquiera que fuese el futuro. Había aprendido ya casi todo sobre ese sendero y no deseaba quedarse en otra parte.


   Nike regresó muy temprano a la mañana siguiente. Como si ardiera por contar lo que le había pasado tras el cuento. Mas le aguardaba una sorpresa, que se hizo patente nada más abrirle Protch la puerta. Una silueta espléndida, inesperada, estaba recostada en un sofá, alta, imponente, femenina, lozana todavía a pesar de los años, como para saludarle con un calor que no había sospechado.
−¡Maudie! −gritó Nike. Y había sorpresa en ese chillido. Pero también alegría, mucha alegría. Después cayó en la cuenta de que podía haber pésimas noticias sobre Mitch y desanduvo el camino andado. −Pero, ¿cómo está Mitch?
−Los médicos piensan que dará guerra todavía otro par de meses. O más. Pero no recordemos tristezas inevitables. Volveré con él para quedarme hasta el final. Y tú, ¿cómo estás, Nike? Es verdad lo que me ha dicho Herbert. Se te ve feliz.
−Sé que es difícil creer que se puede ser feliz en mi situación, pero lo soy. Bueno, y para completar mi bienestar ahora apareces tú. Y dentro de la lógica tristeza, también se te ve alegre. Pero dime la verdad, ¿cómo prefieres que te llame?
−Maudie, como siempre me has llamado. No quiero que cambies tu maravilloso vocativo.
−¡Maudie, sin duda! Eres de lo poco que salvo de mi infancia y adolescencia. Gracias por estar siempre ahí. Si no te lo he dicho antes, te lo digo ahora. ¡Qué alegría que me dejes quererte como te quiero! ¿Me lo permites, verdad?
−Da gusto volver a casa y oírte, Nike. Y sobre tu historia, te diré que algo ya sé y que ella es la razón que me ha decidido a venir, porque tenía que verte. Herbert me contó mucho por teléfono y ahora aquí, en casa, justo hasta antes del cuento de Luke. Sí, los conozco a todos y para tu felicidad te diré que incluso los quiero ya. Entonces debí quedarme dormida. ¿Te importaría empezar de nuevo por ahí?
−¿Te importa a ti, Protch?  −pero sabía su respuesta. 
−Desde luego que no.
−Entonces empezaré otra vez, en el momento en que os hayáis puesto cómodos.
   Se sentaron junto a la chimenea, como si ya conocieran sin vacilación que era mi lugar favorito para contar mi historia. Comencé de nuevo el cuento que tantas veces he contado: “Érase una vez un mendigo que nació en una cuna dorada”…


   Buuuuuuum. Terminé la narración de Luke por segunda vez, pero no fue lo mismo. Comprobé que Maudie me miraba con una suave lluvia en los ojos. La mujer intuitiva seguía donde siempre. Había visto por dentro y por fuera, y sus lágrimas eran el premio que yo esperaba. Y entonces habló:
−Ciertamente debe quererte. Es algo muy hermoso.
−Creo que sabes muchas cosas, Maudie.
−Nike… no sé cuánto tiempo después vienes aquí como mendigo. Es evidente que te quedaste, pero yo diría, que después de sus bellas palabras, no podía ser de otra forma.
−Te quiero por tus acertadas deducciones. Me quedé, Maudie. Y en el mejor de los lugares. Y las sorpresas no habían acabado.


─“Luke  ─pregunté de repente─ ¿cuáles son los códigos y por qué nadie me los ha contado?”
─“No se cuentan a los no iniciados, Nike. Y no podíamos saber si te quedabas. Pero ya eres uno más en la Mano Cortada y te los diré en cuanto lo desees. Aunque sospecho que de algún modo los conoces.”
─“No todos, y no por orden cronológico. Por favor, Compañero.”
─“Antes tengo que hacerte saber otra cosa. ¿Qué entiendes o has entendido por endemoniada trinidad?”
─“No estoy seguro… sé que la forman la compasión, la caridad y el pecado, pero no sé cómo colocarlos.”
─“Nike… Son sólo tres y Lucifer es Dios invertido, empieza por el final de los tres primeros dones del Universo. De ese modo, pecado se convierte en lo contrario de Libertad, ¿entiendes?”
─“Pero entonces Compasión es lo contrario de Sabiduría. ¿No era lo opuesto a Conmoción? ¿Y por qué ahora son sólo tres y no son también ocho?”
─“Toda teología es imperfecta. Pero en este caso se trata de una trinidad, y creo recordar que el meollo de esa palabra es el número tres, no el ocho, por más que hasta sueñes con ese número, viviendo con nosotros. En cuanto a los contrarios, ¿qué dirías que se opone a la noche?”
─“Lógicamente, el día.”
─“Claro. ¿Pero qué parte del día: el alba, el mediodía o ese crepúsculo estrellado que ya es casi la noche de nuevo?”
─“Eso es más difícil. Diría que la hora en que más luzca el sol, pero no estoy seguro.”
─“¿Lo ves? No es fácil. La noche es el opuesto al mismo tiempo del alba por donde se muere y del mediodía. Lo mismo sucede con la Compasión, estigma del Mendigo. Es lo contrario de Conmoción, pero se opone a Sabiduría cuando se trata de trinidades diabólicas, cuando falla la información.”
─“Veo que la información es importante. La has nombrado varias veces en tu historia. No sé, pero debería ser otro don del Universo. De todos modos me parece que lo tengo más claro, y en cualquier caso, prosigue, por favor.”
─“Por un lado, nos sobra información y por otro, tenemos demasiada oscuridad. No sé dónde meterla, Nike, pero es importante… quizá forme parte de los ocho signos. Pero, ¿Qué significado tiene para ti la palabra pecado?”
−“Déjame pensarlo, Luke. Planteado así de repente, yo diría… ¿puede ser algo que está mal o que se hace mal?”
−“Pero a lo que está mal también se le ha llamado error, maldad, delito, crimen, ¿qué diferencia hay entonces? Te lo diré yo, al menos lo que pienso, porque te sigo viendo a oscuras. A ver, matar, por ejemplo, es algo que está mal, casi diría que objetivamente, pero todos sabemos eso gracias a un guardián bien conocido que a veces duerme, y nadie mejor que yo para decírtelo: la conciencia. Pero matar es un crimen, mentir a quién te quiere, por ejemplo, no es ni siquiera delito, pero sí es maldad. Luego, ¿qué es pecado? Yo diría que es simplemente aquello que Dios, subjetivamente, ha decidido que esté mal, tanto si es como si no compartido por el hombre, por tanto es una palabra vacía, vacía al menos para quien no cree en los dioses. En “pecado” se han metido muchas cosas que son belleza, y que sólo un dios caprichoso, un dios diría que sin conciencia o alguien que habla, como siempre, en su nombre pero sin conocerlo, han querido, arbitrariamente, que estén mal. ¿Compartes lo que pienso?”
─“Definitivamente, sí. Luke, ahora recuerdo otra pregunta que quería hacerte hace tiempo: ¿por qué toda historia debería contarse al menos dos veces?”
─“Todo tiene que ver y para algo me va a servir haber sido hijo de un pastor. Toma las escrituras como paradigma. Hay una historia de diluvios, jueces y reyes que sólo se cuenta una vez. Hay otra, en cambio, que se cuenta, borrados los apócrifos, cuatro veces. El amor irradia en todas sus páginas y el dios que presenta ya no es el justiciero. La primera parte es más dura; la segunda es, digamos, más inobjetable. Tal vez porque cuatro pensamientos se vuelven armónicos; tal vez porque hay más Claridad donde hay más juicios. Mira mi historia, por ejemplo. Si no la contaras ahora a quien quieras y las palabras no cambiasen y algo del cuento no se transformara, más tarde o más temprano acabaría siendo para ti el evangelio de Luke, y sería igual de peligroso. Cuánto mejor es que cualquier historia se cuente al menos dos veces, Nike. Se le escapa así lo que tenga de dogmático.”
─“¿Tengo tu permiso entonces para contar a otras personas tu cuento?”
─“Es tuyo, amigo mío. Por ti y para ti se ha hecho. Puedes usarlo como te plazca. Nunca me opondré por narrárselo a otras personas.”
─“¿Puedo preguntarte en qué crees, Luke?”
─“A veces… sólo a veces, creo oír a Dios y creo en su existencia. Me parece sentirlo en el murmullo del mar, en la desnudez de las estrellas, en el estremecimiento del hijo que llega a la vida, en las palabras de amor. Ahora me parece notarlo en tu nerviosismo, que sigue, más calmado, pero continúa, y me estremeces… ¿en qué crees tú, Nike?”
─“En la estrella Régulo. Ya ves que creo en lo que aún no he visto. Y en la fe de los mendigos, y eso me basta… a veces también, un poco en la historia que me contó la señora Oakes. No es fácil decir que sólo la creo a medias, no puedo apartarme de su belleza…”
─“Belleza… ese es el camino. Si Dios existe, es bello seguramente. Dios-destino no tenía necesidad de escribirse en un libro. Otros lo hicieron por él. No les juzgo, pero no puedo creer en ellos. Dios está en el horizonte, en los corazones, no en las líneas ajadas de unas páginas ajadas. Y si al hombre no le está permitida la creación, puede al menos re-crear, y eso es lo que hemos estado haciendo. ¿Lo tienes un poco más claro?”
─“Tal vez. No es fácil asentir cuando se trata de teología, pero creo que sí.”
─“A propósito, Compañero. Perdona el desvío, pero debes tener hambre y guardo un par de chocolatinas en los bolsillos. Hoy toca comer. Enciende un momento tu mechero.”
─“Gracias, Luke.”
─“Cuando estés listo, continuaremos sin luz… Por cierto, Nike, nos hemos apartado de tu pregunta inicial. Los códigos… y ya está claro que eres uno de los nuestros. Te los contaré cuando tú me digas.”
─“Adelante.”
─“No sé de quién partió la idea, pero los tres primeros vienen también con la endemoniada trinidad en la cola. Por eso te diré con qué se tocan y contra qué se oponen. Y en este caso vuelven a ser ocho, aunque es muy posible que eso ya te lo figuraras.”
─“1) Con Libertad, contra pecado. Rígete por las leyes de los Mendigos, en tanto te sea posible. Porque no son dogmáticas y pueden alterarse. Por eso hay que aprender cuándo una ley está pidiendo ser modificada. También el Universo se rectifica cuando es necesario. Vive con los códigos en tu mente, pero respeta la Libertad de los demás. Inventa las leyes con conciencia y no olvides que tú eres un mendigo. Y recuerda que todos han llegado a la calle siguiendo un orden cronológico, reveréncialo.”
─“2) Con Horror, contra caridad. No intentes transformar al que vive en la calle. La mayoría no va a apartarse de ese camino y no van a dejarla. Están ahí porque quieren o porque no pueden hacer otra cosa. Puedes, si tienes voluntad, intentar mejorar sus vidas, pero no alejarlos de esa vía.”
─“3) Con Sabiduría, contra compasión. Intenta comprender el corazón de un mendigo. Pero en la medida de lo posible, aprende sin preguntar. Busca que las razones se entiendan con la mirada, sin hablar, porque las palabras pueden ser dolorosas. Y no te extiendas sobre lo que pienses, cuánto mejor es no añadir nada innecesario.”
─“4) Con Dignidad. Pero si hay dignidad en tu pensamiento, no es bueno que lo escondas. ¡Habla entonces! Sabrás que está bien lo que piensas porque te llegará como en un arrebato la voz conmovedora de la Urgencia.”
─“5) Con Grandeza. Sigue siempre la llama de la solidaridad entre mendigos. No dejes que pasen frío, dales tu calor, tu manta, lo mejor de ti. O palabras si no te queda otra lumbre. Comparte con ellos tu comida, y si no hay alternativa, comparte entonces tu hambre.”
─“6) Con Claridad. Respeta la indignidad del compañero, sus historias, su camino... Recuerda que el tuyo puede ser parecido. Cuida de no hurgar en su intimidad y no hagas preguntas embarazosas. Es muy importante dejarle a solas viviendo lo que haya de vivir en su primer día en la calle. Por eso no te hallarás presente cuando regrese, porque puede ser que su experiencia haya sido amarga y no se sentirá con fuerzas para compartir sus vivencias con nadie.”
─“7) Con Belleza. A todo aquél al que tu corazón quiera abrirse, dale tu amistad. Pero no aceptes la limosna que viene del amigo. Otra cosa distinta es la invitación. Y no es necesario que mejores condiciones que no se te ha pedido que mejores.”
─“8) Con Conmoción. Vive con ellos como ellos. Vive como mendigo entre mendigos y nunca te avergüences de tu condición.”
─“Así los recuerdo, Nike. Puede que no sean literales, pero esos son más o menos los ocho.”
─“Son bellos, Luke. Y encierran toda una filosofía. Ahora que los conozco, intentaré memorizarlos y respetarlos. Gracias, Compañero.” 
─“¿Hay alguna pregunta todavía que desees hacerme?”
─“Sí. ¿Por qué repites constantemente que el narrador es sólo casi omnisciente?”
─“Verás. Siempre me pareció, cuanto menos, presuntuoso, creer que un narrador pueda conocer hasta lo más recóndito de los pensamientos de sus personajes. Y siempre hay algo que se le escapa y que sólo su lector, o su oyente en este caso, es capaz de ver. Te pondré un solo ejemplo. Era fácil, muy fácil, sumar dos ideas entre sí, como es expresión favorita tuya, teniendo en cuenta apenas el comienzo de mi historia. Pero yo no lo vi. Y tú sí. Era tan simple como que, entre sus muchos nombres, al mendigo de mi historia pude haberle llamado El Mendigo de la Cuna Dorada. Pero fuiste tú quien se dio cuenta, y después, con tu permiso aunque no te lo pedí, lo utilicé alguna vez en el cuento. A un narrador, por muy consciente que sea y por mucho que ame a sus personajes, siempre se le pasa algo por alto que sólo quien lo lee o lo escucha llega a percibir. Tal vez porque como la estrella Régulo, en la que también creo aunque tampoco la he visto todavía, sigue lejos diciembre, para creer en alguna verdad haya que esperar a que llegue su tiempo. ¿Te sirve lo que te digo?”
─“Me sirve, Mendigo. Y siento algo que me conmueve, pero aún no sé qué es.”
─“Es la Urgencia, Nike. Algo que verás tarde o temprano y necesitarás decir. Yo puedo saber lo que es, pero esperaré a que lo veas tú. Y no temas, será maduro cuando llegue y será lo correcto.”


─No tenía entonces más preguntas para Luke. Pero tanto preguntar me ha recordado una cuestión que hace tiempo me devora. Maudie, tú fuiste quien me llamó Nike, ¿puedo saber por qué? Y no importan las cábalas que yo me he podido hacer ni si mi interpretación es la correcta.
─Creía en un destino para ti diferente del de tu padre. Déjame mencionarlo una vez, porque me consta que con Protch ya lo has nombrado. Te veía infeliz, mintiéndote a ti mismo en temas fundamentales. Pero tenía fe en ese chiquillo. Sabía que tarde o temprano seguiría a su hado y sería feliz. Te llamas Nicholas y Nike podía ser perfectamente su hipocorístico, por más que nadie aún se haya atrevido a variar tu nombre de esa forma. Y sí, es lo que piensas. Perdóname por acordarme de una diosa y no de un dios, pero soy mujer. Lo asocié de repente con la diosa griega de la victoria. En todo caso, fue un bautismo con éxito, porque todo el mundo comenzó entonces a llamarte así. Espero que ese nombre te plazca, porque si es un error, ya no puedo enmendarlo.
─Gracias, Maudie. Y no temas, me gusta el nombre por el que todo el mundo me conoce, al menos todos aquéllos a los que quiero, y ya es bastante. Gracias por el nombre dado. Y así vuelvo a recordar y retorno a aquella noche inenarrable.


   Maude, como la llamaba Protch, o Maudie, como la llamaba Nike, parecía adornada de aureolas. Y sin duda es Alphecca, o Gemma, alfa de la Corona Boreal, la perla, como su piel blanca, como sus huesos, como su espléndida figura nórdica. Siempre al lado de Arturo, del Boyero, siempre al lado de Protch, porque habían caminado juntos el lento recorrido de los años, porque se amaban.


   En ese momento Nike ofrecía a Luke otro cigarrillo. Pronto les faltarían, como a veces se termina la comida, pero el mendigo vive los dones mientras se le ofrecen, aunque se acaben.
─“Pero en cualquier caso ─seguía diciendo Luke entre el humo que levantábamos─ no soy tu hagiógrafo, Mendigo. Tal vez porque tú, afortunadamente, no eres un santo ni yo deseo que te le parezcas. La historia que te he contado es sólo un canto que necesitabas oír. Nada más.”
─“Compañero, tu parte ha sido bella, pero ¿no crees que ha llegado la hora de que yo también sea completamente sincero? No hablaba por hablar cuando te dije que respondería a tu esfuerzo con el mío.”
─“Habla si eso es lo que te pide el corazón, Nike. Pero recuerda que yo no te lo demando.”
─“Es evidente que has visto muchas cosas sobre mí, y no voy a acobardarme ahora. En este momento creo que estás de mi parte, y en cualquier caso, hay cosas que quiero decir y presiento que la hora ha llegado. Verás, Luke. Nunca sabré si me enamoré de Simon, mi caballerizo. Y nunca sabré si mi abuelo se lo vio venir, pero de todos modos, sí fue él el primer hombre en el que me fijé, mas estuvo demasiado poco tiempo en mi casa y nunca estaré seguro. Tal vez mi primer amor fue John, tu Mendigo Luminoso, pero en ese tiempo yo no podía verlo. Lo supe después cuando ya no lo amaba. Demasiado tarde. Tuvo mi corazón y ahora tiene mis secretos que sólo él, y ahora tú, debido a su traición, conocéis. Pero yo también creo, en este momento, que ha sido para bien, y lo perdono. No podía realmente hacer otra cosa. En esas oscuridades andaba cuando me llegó tu luz y me enamoré de ti. Ahora ya lo sabes.”
─“Gracias por tu sinceridad, Compañero, que yo no te exigía, sea o no cierto lo que he averiguado. Y déjalo estar, si lo deseas, no tienes que estar tan desnudo.”
─ “En este momento no tengo ningún problema en estar desnudo, y menos contigo.”
─“Gracias de nuevo.”
─“Luke, es posible que me esté llegando: la Urgencia. Es desconcertante si estoy en lo cierto, no sé cómo puede ser, pero es lo que siento.”
─“Posiblemente tengas razón. La Urgencia, si es genuina, a veces desconcierta. Di lo que sientes, Nike, y no temas: sea lo que sea no voy a enfadarme.”
─“No eran sólo palabras para adornar una historia que me parece, como ya te he dicho, bellísima. Porque creo notar que... que es cierto: que me amas. Y creo que tu historia era sólo una forma muy original de hacerme el amor.”
─“Eso es exactamente lo que he estado haciendo. Y es lo que esperaba que vieras hace tiempo, Compañero. La Urgencia vuelve a ser correcta. Te amo, Nike. Pero para hacerte el amor de la otra forma, aún tengo que pedirte permiso. ”
─“Cielo santo. No sé si alegrarme o llorar. Pues eres tú también el que ha dicho que la Pareja Sagrada no se romperá y que yo no quiero que se rompa. Y es cierto. Pero si es así, ¿puedo preguntarte desde cuándo?”
─“Desde que volvimos de la calle el primer día que tuve el honor de ir contigo. Removiste mi corazón, Mendigo, que ya no ha vuelto a ser el mismo. Y no te lo podía decir antes. Realmente confiaba en que lo verías tarde o temprano, pues yo tampoco sé disfrazar mis sentimientos y recuerda que a veces nos entrega el mismo traidor. Nike, Compañero y mi querido Mendigo, te dije que la Pareja Sagrada no se rompería y puede ser cierto si tú así lo deseas, pero esa ahora no es la cuestión, sino que te amo y no puedo hacer nada por evitarlo.”
─“Luke, Compañero, no sé qué va a pasar ahora, pero no voy a usar un tono enfermizo, el tono con el que te estás acostumbrando a escucharme, porque la calle está consiguiendo, día tras día, que me estremezca. Debo decírtelo como no te lo he dicho todavía, aunque lo sepas ya. Será alto y claro y con luz... de nuevo nos auxiliará mi ajado encendedor y te lo diré con su claridad y mirándote a los ojos: ¡te amo! Y me basta con eso para sentirme feliz: amarte y que no me lo reproches es todo lo que deseo, pero déjame preguntarte algo delicado: ten en cuenta de dónde vienes y dónde estás ahora. No veo ninguna solución a todo esto pero te has atrevido a decir que me amas y tu historia es un canto de amor de un hombre que se ha hecho a sí mismo. ¿Todavía piensas que queda algo del antiguo calvo?
─“Suelo no planteármelo para poder dormir cada noche. Y de todos modos, gracias, Nike. Yo también creo que el calvo murió y que en paz descanse. Ahora soy lo que antes odiaba: soy mendigo, y aunque amo a una mujer como a vida, en este momento también amo a un hombre. La vida es irónica, pero tal vez por eso merezca la pena ser vivida.”
─“¿Pero adónde nos lleva esto?”
─“A la felicidad o a la miseria, depende de lo que tú más adelante decidas. Porque también te dije que las sorpresas que traería el orden cronológico no habían acabado. Y todavía hay cosas que no conoces, créeme. Pero dejémoslas estar. Llegarán en algún momento de esta noche en la que tú mismo has decidido quedarte. Como si supieras que la felicidad es un don sagrado que sólo pasa una vez en la vida. Créeme que nada se ha de romper. Mas mi corazón se ha movido hacia ti ahora. Lucy lo sabe y, como también te insinué en el cuento, ella ayudaría a su maduración. No contamos, pues, con su oposición. Todo estaba escrito, Mendigo. Teníamos que conocernos y llegar hasta aquí. Y me gusta que seas tan masculino, Nike. Si se trata de amar a un hombre, lo prefiero. Hace tiempo que me planteé la posibilidad de que podía acabar amando a uno, pero para ello ha hecho falta que me estremezcas como lo has hecho. Y tienes razón, tenía miedo esta noche, el miedo de perderte cuando casi acabo de conocerte y amarte. Y déjame volverte a hacer una pregunta difícil: ¿qué es el amor?”


─¿Cómo podía responder a esa pregunta? Decidme, Maudie, Protch. Luke tenía el hábito de hacerme, en ocasiones, responder a cuestiones incontestables. Y desde que sabía que me amaba, yo tenía más miedo que alegría. ¿Cómo hacer para que no se rompiera esa Pareja que para mí era Sagrada? No podía imaginarlo. Y en cuanto a mí, hasta esa madrugada, yo no era sino un triste buque a la deriva. Pero queda aún mucha noche que contar, y mi vida cambiaría, cambiaría para siempre. Pero se me hace tarde. Aquéllos con los que he de volver mientras me dure el aliento ya saben que estoy aquí y en un punto en el que puedo tardar muchas horas en contar al menos lo fundamental de aquella noche maravillosa. Y vosotros estáis ya a punto de comer. Así que por una vez puedo romper mi costumbre. Sí, amigos míos, pues así me gusta llamaros. Hoy he decidido que si lo deseáis, puedo quedarme a comer. Algo caliente, que ya casi ni recuerdo el sabor de lo caliente.
─Nos llenas de alegría, Nike, bien lo sabes ─dijo Protch─. Comerás entonces, y al fin, con nosotros. Casualmente, hoy tenemos tu comida favorita, si te sigue gustando tanto el arroz. Le añadiremos algo de carne para que entres mejor en calor. Me das la felicidad, Mendigo, con este pequeño detalle. Sabes que hace tiempo que lo deseaba. Comeremos los tres juntos entonces. Déjame prepararlo. Vamos a la cocina. Y tú puedes seguir hablando, si lo deseas.


   Maudie cocinaba bastante bien, pero el arroz era especialidad de Herbert Protch, que una vez más se cuidó de prepararlo, y esta vez quería hacerlo mejor que nunca, pues tenía un invitado muy especial, un hombre al que había aprendido a querer y a respetar. Entretanto, mientras se hacía, Nike siguió contando lo más importante de aquella noche, ya 20 de octubre.


─“¿Qué es el amor?” ─preguntó entonces Luke.
-"Si te respondo desde mi experiencia, Compañero, te diré que es una locura. Algo que altera los nervios y hace que el enamorado parezca enfermo. Me ha llegado, pero es inconveniente. Es algo, entonces, que no siempre es pertinente.”
─“Nike, sea lo que sea, el amor sincero nunca es inconveniente, y menos, cuando, como en este caso, las flechas se cruzan. Tú y yo podemos ser, aunque aún estás en la oscuridad, y no lo ves, una segunda Pareja Sagrada. Dale tiempo a tu corazón para asimilar lo que te digo. Pero no quiero perderte ahora que te he encontrado y siento lo que siento. Mira el camino que hemos seguido para estar donde estamos y los nombres que, en días diferentes, nos hemos dado. Primero nos llamamos gemelos, al ver que nuestras sendas eran parecidas, pues no nos gustaba por dónde habíamos caminado y, sinceramente, no nos queríamos del todo. Después nos llamamos hermanos, y esa palabra sincera ya anunciaba que recorreríamos juntos el mismo sendero. A continuación fue el nombre más hermoso: amigos. Una palabra conmovedora y sagrada que no se ha roto. Pase lo que pase, seguiremos siendo amigos. Luego corriste una cortina que no dejaba ver mi identidad y me llamaste hombre, y con todo lo que me amabas pude ver que no dejaste que se enturbiaran tus ojos ni tu sabiduría. Pasados unos días, primero en una comida que no tocamos, nos llamamos el uno al otro mendigos. Y nos estremeció el nombre. Pero más bello fue el que luego vendría. En la misma jornada ya nos llamamos compañeros. Y en esa palabra volvimos a fundar nuestra relación. Y creo que siempre lo seremos. Ahora acabamos de darnos el séptimo nombre, hermoso como debe ser el renacer de las estrellas, como volver a verlas tras unos meses con su ausencia: amor mío. No te lo he dicho así todavía pero es mi nombre para ti. Cada pareja tendrá su vocativo. A Lucy la llamo, como ya habrás observado,  simplemente, o nada menos, que mi amor.” 
─“Luke, créeme, yo no voy a romper, ni siquiera ahora, vuestra maravillosa pareja. Pero me encanta oírte. No te voy a negar que tus palabras ahora, como antes en el cuento, consiguen acunarme. Ya has respondido, pero déjame preguntártelo de nuevo: ¿a ella, a Lucy, la sigues amando, verdad?”
─“Más que nunca, Compañero. Ella es el azúcar que ha endulzado mi vida, y no debes temer: creo que a estas alturas ya puedo decir que la amaré siempre. Pero mi corazón no entiende del número uno, el correcto. También me he enamorado ahora de ti.”
─“¿Es esa la razón por la que has estado raro últimamente?”
─ “¿También tú lo has notado? Sí, seguramente. Tenía muchas decisiones que tomar. Reconozco que estos días he estado como ausente. Por una parte, intentaba fijar en mi cabeza la historia que te he contado, fijarla y, claro, crearla. Por otro lado, no era fácil buscar una salida a toda esta locura. Pero aunque tardas en verla, creo haberla hallado. Te pido perdón si estos días has creído que no soy el de siempre, si no te ha llegado claramente mi afecto, porque te querré siempre, Nike, inevitablemente; si no has sido capaz de ver que te amaba. Pero por fin ya sabes que no sólo me estremeces como Compañero, no sólo me conmueves como Mendigo. También me gustas como hombre. En el cuento el lenguaje podía haber sido otro, pero quería que se viera mi amor por ti y parece ser que lo he logrado. No me lo has preguntado, pero como te he dicho, mi historia dio origen de verdad el día que bendijiste al pequeño Paul-Régulo. No vuelvas a llorar, Nike. Todavía no lo ves, pero nunca más tendrás que llorar por él. Sentí entonces que debía acunarte de algún modo. Pero empezó a germinar un poco antes. Llegaste en verano y se me ocurrió que tú y yo podíamos nadar desnudos, juntos, en el lago. Pero temía que tú tuvieras miedo, digamos, a que tu ecuador creciera ante mi desnudez y no te dije nada…”
−“Luke, espera, a veces no sé si soy capaz de captar tus metáforas. ¿Estás pensando lo mismo que yo cuando hablas de mi ecuador? ¿Digamos, sin ambages, que hablas de una parte de mi cuerpo que se podría levantar y traicionarme?”
−“Bueno, podía pasar, ¿no? Y yo no querría verte en ese trance. Por eso no nadamos en Agosto. Ahora no tendría importancia, y además ahora también mi ecuador podría crecer y traicionarme. En este momento, ya sólo sería algo tierno, y compartido.”


   La noche siguió con sus numerosas sorpresas, pero en ese momento el presente volvía a reclamar, tercamente, su lugar. El arroz ya estaba listo. En esta ocasión, Nike, casi como por primera vez en su vida, ayudó a poner la mesa, y Maudie y Protch parecieron entenderlo y no se opusieron. Era un nuevo símbolo de que Nicholas Siddeley ya no estaba ni tenía visos de reaparecer, y de que el mendigo había tomado su lugar. Sintieron que el fantasma del antiguo señor deambulaba por la casa. Había bajado de los pisos altos para situarse cómodamente en el comedor. Era el esqueleto de un hombre que había hecho el amor con la señorita –o el caballero- miseria, que se bañó con ella –con él- en el mismo lodo, asco, basura, podredumbre, y había salido feliz y fortalecido. El fantasma regresaba a sus antiguos feudos y pasaba por ellos como de puntillas. Ahora se había instalado en el comedor y de vez en cuando echaba miradas subrepticias a la puerta que lo separaba del palacete, como si un milagro fuera todavía posible. Se sentó a comer con Maudie y Protch, que no querían mirarlo pero no podían evitar verlo. Parecía haber olvidado cómo almuerzan los señores, acostumbrado a la comida fría, al hambre consuetudinaria, a sentarse a comer con los humildes. Pero Nike no era un fantasma, porque se notaba que todo lo que hacía era real. No había gestos forzados, todo era natural en él, como una nueva piel que hubiera sustituido a la antigua del señor Siddeley. Por eso quizá, por normal y rutinario, la imagen sorprendía y a ratos aterraba. Y el espectro alzaba la voz de nuevo para seguir contando su historia.


−“Pero hay más, mucho más, Compañero, que todavía no puedes ver y quizá sea éste el momento de hablarlo”  −siguió contando Nike, entre bocado y bocado, repitiendo las palabras de Luke−. “Llevas ya demasiada oscuridad y demasiada desesperación. Tal vez ahora el orden cronológico consiga traerte al fin la luz con la calma que a menudo suele acompañarla. En cualquier caso esta noche tú has de decidir dónde prefieres hacer tu cama y con quién, porque hace tiempo que está todo escrito y las historias, si son auténticas, nunca acaban y a menudo tienen continuaciones inesperadas. La felicidad o la miseria te aguardan, pero esta vez también, está en tus manos elegir cuál prefieres atrapar.”

4 comentarios:

  1. Un triangulo amoroso, por poquito habrá un harem.

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  2. Acabada la bella historia de Luke, éste le pide opinión a Nike, crítica literaria, a lo que el Mendigo Rey le dice que siempre llevará esa historia en su corazón. Y ahora… ¿Qué va a hacer Nike? Antes de que Luke llegara a la piedra en la que se sentó esa noche, barajaba cuatro opciones. La del suicidio, que prometió a John no llevar a cabo. La de volver a su vida de antes y a la Thuban, opción ésta que descartó rápidamente. Irse a mendigar a otra ciudad, pero… ¿Qué era Nike sin los otros siete? Era inviable. Y, finalmente, optaría por seguir en el campamento aunque ello le acarreara una gran crudeza y dolor existencial.

    (Nike se despide de Protch, que piensa que Luke lo quiere profundamente. Vuelve a la mañana siguiente y se encuentra con Maudie, a la que recibe con cariño y alegría. Mauidie sabe de la actual vida de Nike por su marido y le ruega a aquel que vuelva a relatarle el cuento de Luke del día anterior. Nike asiente y empieza de nuevo. Luego le dará las gracias a Maudie por haberle puesto el nombre por el que lo conocen quienes lo quieren: Nike)

    Continuando con la conversación en la cueva de Sally, Nike pregunta al Mendigo Árbol por los códigos. Ahora es uno más del Arrabal de la M.C., así que ya es hora de que los sepa. Luke se los detalla, no voy a repetirme porque está todo en el capítulo, pero algunos de los códigos ya eran conocidos por Nike, como la solidaridad, o compartirlo todo –hasta el hambre, no aceptar limosna de un mendigo, no avergonzarse nunca de su condición, etc. Pero…es hora de que hable Nike. Y éste le habla de Simon Bonner y de John, probablemente su primer amor. John, se me olvidó decirlo en el capítulo anterior, contó a Luke el secreto de Nike…pero éste lo perdona: todo fue para bien. Tras oír la bellísima historia de Luke, cree que éste lo ama…y se lo dice biertamente: Luke asiente. Para Nike, la bellísima historia de Luke ha sido como un hacerle el amor espiritualmente, pero para hacerlo físicamente, dice Luke “necesito tu permiso”.
    Luke se enamoró de Nike aquel primer día que salieron a la calle…el día que rebuscaron en la basura, que se fueron sin comer. Nike le repite que lo ama, y que le basta con poder decírselo sin que Luke le reproche…pero Luke lo ama también, decíamos. Lucy lo sabe todo, y no se opone en absoluto. Luke pregunta a Nike que qué es el amor…y le asegura que los dos pueden ser otra Pareja Sagrada. Se han llamado gemelos, hermanos, amigos, mendigos y…compañeros…ahora, dice Luke, te llamaré Amor mío. Confiesa seguir amando a Lucy más que nunca, pero a la vez no puede renunciar al amor por Nike, que además de como Mendigo y como Compañero, le gusta como hombre. Todo ello explica que Luke estuviera raro y absorto últimamente, ensimismado.

    (Protch ha hecho un arroz y Nike ayuda a poner la mesa, mientras comen, Nike dice que aún no ha terminado de contar aquella noche y…parece que van a pasar cosas sorprendentes, así que corro al capítulo 39)
    Inor

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  3. Algo que se preveía... el amor de Luke por Nike. La felicidad le viene dada por momentos.
    ¿Cómo seguirá la historia?
    Nada más sencillo que seguir leyendo.

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  4. El presente no pasa de ser un instante que se muere al momento que es, solo nacer y ya somos pasado, un cúmulo de ayeres, un amontonamiento de pretéritos, avanzamos como una inundación: el agua lleva detrás de sí agua, por eso se mueve y es eso lo que la mueve. La memoria no es una mirada al pasado si no un reconocimiento de lo que somos. En un cuento ornado de belleza, relatado con la calma del que no quiere convencer, Nike se había encontrado con su memoria y su reconocimiento.

    Luke reclama un comentario, una crítica a su cuento, convencido que el que lo escuchó como leído de un libro, no leyó la historia, leyó a su narrador, porque cada relato lleva dentro una persona, lleva dentro un hombre, y lo que había en su cuento no era su vida sino la persona que era. Se vive para decir quienes somos y en ese cuento Luke vivió para Nike. Se ama con el eterno inquirir de saber quienes somos para el otro.

    En el relato aparece Maudie, "alta, imponente, femenina, lozana", la mujer de Protch, la dadora del hipocorístico Nike, nombre de la Diosa griega de la Victoria, con la esperanza de que fuera una señal para que aquel niño que vivía una mentira llegara a ser feliz, Maudie se incorpora como oyente a la narración de Nike.

    Los códigos y la endemoniada trinidad: compasión, caridad y pecado. Aparecen como conversación iniciática en el relato, los códigos corresponden a los motivos de verôme y la endemoniada trinidad los opuestos a tres de ellos, así Compasión vs. Sabiduría, Caridad vs. Horror y el tercero hace mención a Pecado, que es justamente reflexionado en la narración, como contrario a Libertad y Conmoción conformando así una terna de contrapuestos. Todos ellos son, y fueron antes ya, reflexionados, y alguna vez comentados, pero me gustaría fijar una anotación sobre pecado, seguramente el no humano y más injusto de esa endemoniada trinidad.

    PECADO: lo contrario que Libertad. Es el espacio vacío que deja la mutilación de Dios. El Pecado es la oquedad de Dios, Dios no tiene mano izquierda, porque es a su derecha donde sienta a sus elegidos... El hueco a la izquierda de Dios (o sea ese espacio vacío) es la palabra de la voz de los otros, la voz de los que no tienen voz, de los que aspiran a poseer este mundo. La voz de los que ignoran su "amenaza" y viven en honestidad y libertad sin códigos. Para ellos ya creó el castigo eterno.

    Toda historia debe ser contada dos veces, contarla nos permite no caer en la tiranía del dogma, somos evolución, no un constante, espíritu humano y no divino, por eso somos mutables, y así también en este vs. con el que nos confrontamos, somos voluntad humana y tierra, no voluntad divina ni cielo. En definitiva contar y que cuenten como un eco, de la misma voz a diferentes voces, de un solo oído a diferentes escuchas, reflejando los distintos talantes de los narradores, por eso una historia debe ser contada más de una vez.

    "En esas oscuridades andaba cuando me llegó tu luz y me enamoré de ti. Ahora ya lo sabes.”. Nike se reconoce en el cuento, del agradecimiento a su compañero desnuda la confesión de que lo ama, (cuidado con los desnudos que elevan el "ecuador", léase a que me refiero), pero como cerezas de un cesto que al coger una arrastras a la siguiente, así la confesión de Nike arrastró la de Luke, el sentimiento nacido y forjado en el Vía Crucis. Amaba a Nike y no podía ni quería hacer nada por evitarlo. La llave que abría los secretos no pudo abrir las dignidades, Nike no debía romper la pareja sagrada.

    El amor que urgía en el alma aún no quemaba la piel, y así lo alimentaron de palabras, y entre esas palabras y esas dudas, la pregunta: ¿Qué es el amor?. Para Nike una locura, le arrastra, pero lo siente inconveniente. Para Luke era belleza, no excluyente, y recordó el nombre dado a Lucy: Mi amor, y le dio un nuevo nombre, al hermano, al amigo, al hombre ahora también le llamaría: Amor Mío.

    "La felicidad o la miseria te aguardan, pero esta vez también, está en tus manos elegir cuál prefieres atrapar".


    Pol

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